Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

La constitución renovada, ¿nuevo capítulo en nuestra historia política?

La Constitución proclamada el pasado 27 de octubre por el Presidente Luis Abinader, luego de ser votada con holgada mayoría por la Asamblea Nacional Revisora, abre un nuevo período en la historia nacional y una designación: en lo sucesivo será denominada La Constitución de Abinader, como la anteriores fueron sub tituladas con los nombres de los ejecutivos que las propiciaron.

No ovó, como las anteriores revisiones constitucionales, en el interés individual de gobernantes de turno que, recurriendo a mayorías obtenidas por sufragio o acciones transaccionales, las prohijaron exclusivamente para perpetuarse en el Poder o limitar el tiempo de ejercicio a otros.

La revisión que generó la nueva Carta Magna tiene 

-¡Por fin!, diría Peña- la impronta de los demócratas verdaderos: inscribir en la superficie de perpetuidad inextinguible de los metales el reclamo popular No re-reelección como algo inalterable y sempiterno.

Muchos arguyen De no reelección se trata, lo cual no es pues los gobernantes que el pueblo dominicano elija a partir del pasado 27 de octubre, 2024, no podrán regir durante más que dos períodos cuatrienales, totalizando ocho, consecutivos o no.

Asistimos a un cambio importante, con posibles repercusiones sobre la forma de hacer política y sobre las garantías ciudadanas ante políticos, funcionarios, la Ley y el gobierno del Estado.

Nadie podrá pretenderse predestinado sin confrontar la ley suprema y la voluntad popular que hasta hoy la empujó y la defenderá sin dudas al beneficiar a todos los aspirantes, excepto al que haya gobernado ocho y quiera querer más.

Los tiempos de los caudillos eternos empiezan a encontrar camino a su extinción, esperamos; el sepulcro de quienes desde la cuna de la República han sembrado de continuas distorsiones, inseguridades, obstrucciones y retrasos el terreno sagrado y aspirado, por ellos corrompido, del Estado nacional: instituciones, procesos, características, cultura, capacidades, servidores y funcionarios, con el fin único de garantizarse, a través de la expropiación de los recursos públicos, perpetuidades políticas, canonjías, adhesiones y fortunas indebidas, la mayoría de veces cobijados y escudados por la protección de supuestos e “inextinguibles” mesianismos.

Las cuentas nacionales y la deuda externa ofrecen un perfil claro de cómo ese caudillismo monetario y patrimonial ha afectado nuestros actuales dramáticos resultados.

Gobiernos de “líderes” incrementando indolentes la deuda pública, para mantener su incidencia, perpetuándose a sí o a sus organizaciones políticas, avituallando tropas inútiles y caras hasta generar un crecimiento persistente de las acreencias, a ritmo de 4% anual; en los períodos eleccionarios de hasta +8% y, en casos recientes sórdidos, impúdicos, de hasta +16% ¡en un año!

Gracias a esta nueva Constitución recién proclamada ese tiempo y actores empiezan a agonizar; jurídicamente hablando no habrá razón para pagar adhesiones una vez obtenida la segunda elección que esta constitución permite.

Es de esperar, entonces, válidos concordatos, sólo por un período. Económicamente, implicaría un respiro para las arcas públicas; un ahorro de hasta el 50% de lo que hasta hoy se ha dilapidado en clientelismo estatizado.

Importante e indudable avance jurídico que robustece la igualdad ante el Poder, la ley y la elegibilidad. Queda preguntar: Junto a la Constitución y la democracia, ¿las organizaciones políticas también madurarán?

¡Quiera Dios!

Tags relacionados