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El mundo está loco, loco, loco...

La película de principios de los años 60 del siglo XX con ese nombre mostraba la locura que puede provocar la ambición en los hombres. En aquel caso era por el dinero, hoy en día es por poder… y dinero, ¡por supuesto!

No muchas personas vieron la película titulada “El mundo está loco, loco, loco…” de 1963. Unos porque no les interesó aquella comedia y, la gran mayoría, simplemente porque tienen 60 años o menos. Para poner en contexto, recuerdo que la trama es que varias personas corrían locamente en sus carros por diferentes rutas para llegar primero al lugar donde estaba escondida una pequeña fortuna. A todos les movía la ambición y estaban dispuestos a hacer cualquier cosa contra sus contrincantes, con tal de ser los primeros y hacerse del dinero de aquel “tesoro escondido”.

El público, en medio de risas, veía todo lo que sucedía en la pantalla como algo cómico, ya fuera por las actitudes de los protagonistas o por el efecto que tenía aquella virtual carrera, en la que parecía que todo valía para alcanzar el objetivo.

Ahora pareciera que el mundo, el nuestro y en el año 2024, está auténticamente “loco, loco, loco…”. Suceden cosas insólitas en todos los países –unas más destacadas que otras–, pero muchas de ellas, aunque pueden parecer payasadas, resultan en realidad reflejo de una triste realidad que se vive en diferentes latitudes y con personajes a veces pintorescos y otras, verdaderamente patéticos.

Una de las “locuras” se observa en Venezuela, en donde todo indica que Nicolás Maduro maneja con mayor agresividad su automóvil y ha desplazado a sus competidores de la oposición, Edmundo González y María Corina Machado, quienes no se dan por vencidos e insisten en exigir que se reconozca el triunfo que logró la oposición en las urnas en las elecciones del cada vez más lejano 28 de julio.

De nada ha valido el que se conozca en detalle lo grotesco del fraude a favor de Maduro, una denuncia que ha sido respaldada por las actas electorales originales expuestas a nivel mundial en sitios web. El presidente venezolano no solo ha ignorado y rechazado las acusaciones de la oposición, sino que se ha consolidado en cargo reprimiendo a la oposición, al extremo de que el candidato ganador, Edmundo González, se encuentra asilado en España.

Otro que anda corriendo en su carro como un auténtico loco es el presidente Daniel Ortega, quien se da el lujo de expulsar a los opositores –después de darles un tiempo en la cárcel– ¡y les retira la nacionalidad!, contraviniendo, flagrantemente, el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Las acciones de estos dos “pilotos” –gobernantes, en realidad– son una verdadera locura, pero la película sigue y hace mucho tiempo que ha dejado de ser cómica.

En Estados Unidos se libra una campaña electoral muy peculiar, aunque dañina para la sociedad de ese país, pues se ha vuelto tan agresiva, burda y confusa, que aumenta la polarización entre republicanos y demócratas. Las “fake news” –noticias falsas– navegan en las redes sociales y aumentan, no solo la confusión del electorado, sino también ese nivel de confrontación, pues son los puntos radicales que se fomentan por medio de TikTok, X, Facebook, Instagram, YouTube y demás, los que crean un ambiente turbio a causa de la creciente desinformación.

Estamos ante una campaña electoral estadounidense tan “loca, loca, loca”, que no son pocos los que llegan a creer las mentiras de Donald Trump diciendo que los migrantes haitianos se comen a las mascotas de un pequeño pueblo, o que los migrantes latinoamericanos que ingresan indocumentados a su país son una sarta de delincuentes enviados a Estados Unidos a propósito desde sus países de origen, sean estos guatemaltecos, hondureños, salvadoreños o dominicanos. Lo peor de todo, para la región, es que pareciera que las posibilidades de Trump están superando a las de Kamala Harris en el tramo final, aunque ambos continúan al frente de sus carros “chocones”.

Por cierto, esa locura llega a Guatemala, un país en donde se sigue la “carrera de locos” en EEUU con mucho interés, al tiempo que se corre la propia. En este país centroamericano, lo insólito es “el pan nuestro de cada día”. Aquí, el Ministerio Público (MP), que debiera perseguir la corrupción, no solo la encubre, sino que se persigue a quienes la denuncian, sean periodistas, operadores de justicia o activistas de derechos humanos.

Estos son algunos de los casos cercanos a nuestra región, pero la locura abarca desde guerras –Ucrania y Medio Oriente– pasando por temas de salud con vacunas y medicinas tóxicas a la cabeza, hasta cosas aparentemente tan inocentes como los deportes. Por todos lados hay locuras, y estas se alimentan o crecen, a causa de la desinformación.

Hoy en día no es fácil discernir entre lo que es verdadero y falso. Casi todos los “locos” mencionados se aprovechan de ese mar ingobernable de las “Fake News”, no se diga de las más peligrosas verdades a medias, que muchas veces aumentan la confusión entre la opinión pública.

Lo que estamos viendo es solamente la punta de un iceberg. Leeremos pronto que la desinformación distorsiona elecciones, cambia percepciones y trastoca corrientes de pensamiento. Hay que estar preparados, porque “el mundo está loco, loco, loco…”.