Salud mental, infancia y adultez

En los últimos años en Latinoamérica, el Caribe y Europa se registra un acentuado incremento de los trastornos mentales, constituyéndose en uno de los problemas de salud pública más importantes; son realidades que no hacen distinción de edad, sexo o condición social. Las familias con pacientes psiquiátricos se ven en serias dificultades, porque las autoridades sanitarias, incluyendo los estados mismos, no responden oportunamente al problema, para proteger a los ciudadanos más vulnerables.

Regularmente, la salud mental y las enfermedades mentales están determinadas por factores varios, tales como: la herencia, la precaria calidad de vida, el estrés, los inconvenientes económicos, la excesiva carga laboral, la falta de descanso, el activismo, la violencia, eventos traumáticos de importancia, como, por ejemplo, la pandemia del COVID. Comprometiendo las cinco dimensiones de la persona: física, cognitiva, emocional, social y espiritual.

Lo económico es otro factor determinante: los precios exorbitantes de los medicamentos psiquiátricos y la ausencia de seguros de salud que cubran estas enfermedades.

La salud mental podría cambiar con una decidida acción colectiva de la sociedad, implementando políticas y programas gubernamentales y comerciales, incluyendo los sectores de la educación, laboral, de la justicia, del transporte, del ambiente, la vivienda y la asistencia social.

Los infantes constituyen una población vulnerable; también en ellos se verifican perturbaciones, tales como: el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la ansiedad, la depresión y los trastornos conductuales. Otros trastornos están asociados al aprendizaje y a la gestión de las emociones, específicamente, las discapacidades del aprendizaje y del desarrollo, el autismo; y los factores de riesgo como el consumo de sustancias alucinógenas, causarse autolesiones y el suicidio.

Estos trastornos infantiles se tratan y controlan, pero requieren de una alianza sólida entre los profesionales de la salud mental, la sociedad, los padres y los educadores. El diagnóstico temprano y los servicios adecuados, logran cambios significativos en la vida de los menores. Cuando tales trastornos no son diagnosticados a tiempo, se verificar problemas en el hogar y en la escuela; causando inconvenientes, también, en la vida adulta.

Según informes de la OMS, en la República Dominicana, un 4.7% de la población padece de trastornos depresivos, mientras que un 5.7% sufre de trastornos de ansiedad (OMS, 2017). Estas cifras han aumentado en los últimos 5 años, pero podrían haberse duplicado o triplicado a causa de la pandemia del COVID. Se considera que un 15% de la población infantil de América Latina y el Caribe, ya ha sido diagnosticada con problemas de salud mental. Asimismo, se calcula que más del 13% de los adolescentes europeos entre 10 y 19 años padecen un trastorno mental diagnosticado; es decir, 86 millones de adolescentes de 15 a 19 años y 80 millones de adolescentes de 10 a 14 años, padecen de ansiedad y depresión, estos constituyen más de la mitad de los casos.

La salud mental es tan importante como la salud física. Si tener fiebre limita el hacer. La ansiedad y la depresión también. Cuidarse y cuidar es humano y nos hace humanos.