PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

A. Nicolás: ¿qué significa trabajar en las fronteras?

Las fronteras son los retos, los problemas que impactan a la gente: ecológicos, políticos, culturales, personales. Para nosotros, los jesuitas, son esas situaciones “donde sabemos que hay que hacer algo, urgente, pero nadie sabe qué exactamente hacer, porque es terreno inseguro.” Cada frontera tiene un reto particular.

Encontramos las fronteras en la educación, en las ciencias, “allí donde vivimos a profundidad nuestra misión”. En las fronteras “no sabemos qué hacer, nos sentimos inseguros, desprotegidos. Ahí nos toca estar.”

Las fronteras son lugares “lugares difíciles, llenos de desprotección.” Se engaña el jesuita que busque seguridad en las fronteras. Hay jesuitas que hablan de que “están en la frontera, pero están en la frontera sin estar en las fronteras, porque están seguros, porque su prioridad es la seguridad.”

Está claro que si el papa Benedicto XVI ha mandado a la Compañía a las fronteras es, porque otros “no van, porque es vivir la inseguridad… Fronteras son de esas palabras que se escuchan con gusto, pero se digieren mal.”

Cuando hablamos de frontera, hay que hablar también de horizonte y evangelio. No podemos trabajar en las fronteras “sin un horizonte, sin el evangelio.” Misionamos en las fronteras “mirando al horizonte, al evangelio.”

El jesuita se sitúa en las fronteras guiado por el evangelio y el método ignaciano. “Nuestra seguridad solo puede estar en nuestro modo de proceder.” Hay una manera propia de la Compañía de estar en las fronteras. Me refiero a “un modo de proceder, que va de acuerdo con nuestra vocación. El horizonte, el evangelio, nos marcan la orientación, el modo de proceder. Tiene que ser un modo de proceder contemplativo profético, es decir de ver como Dios ve, de sentir como Dios siente, como lo hace Jesús.”

Adolfo Nicolás detalló los pasos de nuestro método: “primero contempla, siente, se le revuelven las entrañas profundamente y luego actúa.” Todo comienza en el interior y “se comunica hacia fuera con sentido y esperanza.”

Finalmente, el profeta en las fronteras “da energía, esperanza, humor, transmite vitalidad, transmite una alternativa realista con impulso. Nunca cierra, sino que abre.” A veces, intentamos responder a tantos retos, que no sacamos el tiempo para alimentarnos, para recibir “la energía del Espíritu”.

Es necesario hablar de las fronteras, “con el lenguaje de los horizontes, con el discernimiento y el modo nuestro de proceder.”

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