SIN PAÑOS TIBIOS

Mayorías congresuales y pensamiento de grupo

El mayor peligro del éxito es el éxito mismo, porque como dice el refrán chino, si “fácil es subirse a un tigre, lo difícil es bajarse de él”; o dicho de otro modo: ganar es fácil, lo difícil es administrar esa victoria de manera tal que no obnubile la capacidad de raciocinio de los actores, porque en la medida que estos se adentran en la zona de confort de las actuaciones cotidianas, la capacidad de determinar los contornos de la realidad se desvanece.

La historia es prolija en ejemplos de cómo el pensamiento de grupo desencadenó procesos de toma de decisiones que condujeron a catástrofes civiles o militares. Aunque los sesgos cognitivos fueron ampliamente estudiados por Kahneman (1972) y serían incorporados en los análisis de toma decisiones económicas, fue Janis (1972) el que desarrolló el concepto de “groupthinking”, definiéndolo como “un modo de pensamiento que las personas adoptan cuando están profundamente involucradas en un grupo cohesivo, cuando los esfuerzos de los miembros por unanimidad hacen caso omiso de su motivación para valorar realísticamente cursos de acción alternativos”.

Entre los muchísimos sesgos cognitivos que estudia la psicología social y que afectan los procesos de toma de decisiones, el pensamiento de grupo es uno de los mayores desafíos que tiene el PRM en la actualidad, toda vez que, en ausencia de una oposición significativa en términos cuantitativos –y todavía deslegitimada en términos cualitativos–, el único contrapeso efectivo a todo el poder alcanzado por el PRM en las elecciones de febrero y mayo, es el propio PRM.

Decirlo es fácil, lograrlo es más difícil. El proceso de reformas que impulsa Abinader –y que quiere dejar como legado político– ha puesto en la agenda nacional el conocimiento de tres temas fundamentales para el país (constitucional, fiscal y laboral) en apenas cuatro días (y vienen más en camino) y, en ausencia de posiciones institucionales firmes expresadas por la oposición, el gobierno hasta ahora ha corrido solo; recibiendo apenas cuestionamientos desde la academia, gremios, etc.; y, en el caso de la reforma fiscal, reacciones individuales expresadas en redes sociales, y algunas reacciones colectivas espontáneas.

El mayor error que cometería el PRM sería ensimismarse con la imagen de todo su poder legislativo cuando se refleja en el espejo. Respirando el mismo aire en compartimentos estancos, se corre el riesgo de intoxicarse o caer en la tentación de dar por bueno y válido cualquier planteamiento o estrategia, por más irracional o antidemocrático que parezca.

Debe pues el partido no caer en la tentación de confundir legalidad con legitimidad; voz con votos; soberbia con humildad; empatía con tecnicismos. La reforma fiscal es necesaria e impostergable, y aunque el borrador presentado no es perfecto, contiene muchas oportunidades de mejora que merecen ser abordadas con apertura, responsabilidad y transparencia. Rehuir del pensamiento de grupo es mandatorio, y ello no supone cuestionar la disciplina, todo lo contrario.