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La política y el juego de memoria en la era digital

Actualmente, en las redes sociales se ha desatado una campaña que pone en el centro de la controversia a funcionarios del gobierno, quienes, en su rol de oposición hace poco más de una década y en algunos casos desde sus funciones legislativas, criticaron fuertemente una reforma tributaria del gobierno de entonces, llegando incluso a denominarla “paquetollo”, un término popularizado para describir un paquete fiscal defectuoso.

Hoy, desde el gobierno, les toca defender una nueva propuesta de reforma tributaria que ha sido recibida con un aluvión de críticas similares. Más allá de las discusiones sobre la calidad o la oportunidad de esta reforma, que no es el enfoque de este artículo, quiero abordar un fenómeno crucial en la política contemporánea: la teoría de la autenticidad digital y su impacto en el ámbito político.

La era digital ha transformado radicalmente el ejercicio de la política, exponiendo a los líderes a un escrutinio constante y amplificando cada una de sus declaraciones y acciones. Las plataformas digitales no solo permiten la comunicación directa con el público, sino que también crean un archivo permanente, una “huella digital”, donde cada palabra, gesto y posición política quedan registrados y pueden ser revisados en cualquier momento.

En el caso de los dirigentes del PRM, los videos que ahora resurgen en redes sociales evidencian que las posturas de hoy pueden volverse inconsistentes con las de ayer. Las contradicciones que alguna vez podrían haber pasado inadvertidas o ser olvidadas, hoy quedan registradas, amplificadas y resaltadas, generando un impacto en la reputación política que puede ser devastador.

La defensa del nuevo proyecto de reforma más válida es la que identifica las obras a ser construidas y el reforzamiento de la seguridad pública. Estos aspectos mejoran la calidad de vida. La exposición no sólo es razonable, sino también altamente relevante para que mañana los ciudadanos podamos exigir rendición de cuentas y cumplimiento de promesas.

La era digital ha transformado radicalmente el ejercicio de la política

La era digital ha transformado radicalmente el ejercicio de la política.ARCHIVO/LD

En el pasado, la memoria social dependía en parte de la repetición de los medios tradicionales, pero ahora el archivo digital facilita el acceso inmediato a declaraciones pasadas, revelando posibles contradicciones con gran rapidez y alcance. Esto convierte la transparencia y la congruencia en requisitos fundamentales para mantener la confianza de la ciudadanía.

La teoría de la “autenticidad digital” es relevante aquí. Esta plantea que, en el mundo digital, la percepción de autenticidad se vuelve un activo crítico para la reputación. Para que los líderes políticos sean considerados auténticos, deben proyectar una narrativa consistente y coherente, tanto en sus mensajes actuales como en sus acciones pasadas.

La construcción de la presencia digital de un político -y de cualquier persona pública- es algo más que contratar a un community manager y a un diseñador. Debe ser toda una estrategia con tácticas como la curación (la selección cuidadosa de contenido para proyectar una identidad coherente) y la triangulación (el esfuerzo por mantener una consistencia entre las interacciones digitales y las interacciones cara a cara). La socióloga Jenny L. Davis documenta eso muy bien.

Hoy, los votantes tienen la capacidad de archivar, investigar y comparar en tiempo real. Cualquier desalineación entre la retórica política y las acciones concretas se traduce en una crisis de confianza que puede escalar rápidamente en las redes. Un político que se regodea en funcionar como una máquina de promesas que luego incumple, compromete su éxito futuro. Igualmente ocurre con quienes mienten en el marco de ejercicios populistas para atraer los votos del momento.

La política en la era digital, por lo tanto, implica riesgos importantes para la reputación, especialmente en términos de transparencia, coherencia y congruencia. Los líderes deben ser conscientes de que, a diferencia de épocas anteriores, cada declaración se convierte en un registro imborrable, accesible para todos y susceptible de reaparecer cuando la memoria histórica sea relevante.

La capacidad de adaptarse y de modificar posturas en un contexto cambiante es válida, pero cuando esto ocurre sin una narrativa que explique el cambio, se convierte en una amenaza. Mantener una posición ética y honesta, ser transparentes sobre las razones detrás de cada decisión y mostrar consistencia en los valores son estrategias que, aunque no garantizan inmunidad contra críticas, pueden proteger a los líderes de caer en la trampa de la incoherencia que tanto erosiona la confianza pública.

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