SIN PAÑOS TIBIOS

La reforma fiscal es necesaria

“Es la hora de los hornos en que no se ha de ver más que la luz”, escribió Martí. Así, el gobierno hoy se verá cara a cara con la historia pues la hora de la reforma fiscal ha llegado y Luis Abinader anunciará su proyecto de reforma fiscal.

Con guitarra y con violín la música suena diferente, pero la partitura no varía y se mantiene igual, y así como la Estrategia Nacional de Desarrollo (Ley 1-12) ordenaba un pacto fiscal, en los hechos, los anteriores presidentes evitaron hacer un nuevo traje y se limitaron a ponerle parches.

El costo político a pagar era muy alto y habría puesto en jaque las ansias reeleccionistas de muchos, así que era más fácil cuadrar caja y tirar hacia adelante la bola, o lo que es lo mismo: “el que venga atrás que arree”.

Ha sido un presidente que ha dicho que no va (ni pretenderá ir), el que ha decidido asumir el costo político de hacer la reforma necesaria (pospuesta permanentemente), y para eso hay que tener valor, pero también sentido de la historia. De ahí que cuando el presidente anuncie el “qué” y el “cómo”, deberá también decir el “para qué”, y la sociedad y el PRM deberán cerrar filas en torno a él… y los que aspiren a sucederle también.

El gobierno ha dicho que buscará 110,000 millones para invertirlos en seguridad ciudadana, transporte, atención primaria en salud, fortalecimiento de gobiernos locales, recapitalización del Banco Central y sector eléctrico. Ante esa realidad, uno esperaría un consenso político generalizado y una aprobación social mayoritaria, pero el camino de la sensatez está lleno de las piedras de la incomprensión y el populismo.

La valentía del gobierno radica no en subir los impuestos (que ya eso lo han hecho otros), sino en plantear con responsabilidad y firmeza la necesidad de reorganizar la estructura tributaria y hacer frente a un esquema intocado por décadas de incentivos, exoneraciones y distorsiones que, en su momento cumplieron su propósito, pero hoy día constituyen una expresión grosera de desigualdad e inequidad, que hace que los sectores más pobres paguen más que los más ricos.

El drama de dominicana ha sido crecer sin redistribuir, y hoy dos países coexisten en paralelo, donde uno amenaza tragarse al otro... Para garantizar la continuidad y sostenibilidad de ese crecimiento debemos mantener la gobernabilidad que lo ha hecho posible, y la actual estructura del gasto tributario es abusiva, irritante y obscena.

La percepción inducida de que Abinader gobierna para los ricos desaparecerá esta tarde. Las clases no se traicionan y Luis no lo hace al querer que los ricos paguen más, todo lo contrario; esta creando las condiciones que garanticen el crecimiento económico sostenido de las próximas décadas, en un ambiente de paz social y alternancia política dentro del sistema.

El trago que nos toca será amargo, pero si lo tomamos entre todos, acabará más rápido… y no habrá resaca.