Desde mi pluma
¿Y seguimos contando?
Imposible no volver a hablar de la joven Paula Santana, cuya vida fue arrebatada en horribles circunstancias. La noticia de su muerte, seguida de la liberación de los sospechosos y el aparente estancamiento de la investigación de su caso, aviva una indignación con la que carga el país desde hace años.
La intervención del presidente Luis Abinader, instando a continuar con las pesquisas, fue un paso en la dirección correcta. Sin embargo, este llamado se produjo en un contexto alarmante, pues justamente en esos días nos asombramos terriblemente con feminicidios registrados en Higüey e intento de feminicidio en La Vega.
La violencia contra la mujer se ha convertido en una epidemia.
Día a día, los titulares nos informan de nuevos casos de agresiones, abusos y asesinatos.
La ligereza con la que muchos de estos crímenes se cometen genera un sentimiento de desprotección y desesperanza demasiado grande.
La muerte de Paula Santana no puede ser un caso más en las estadísticas. En ella me veo a mi misma, y sé que, al igual que yo, otras mujeres se ven a sí mismas, a sus hijas, madres, hermanas, amigas, compañeras.
No podemos permitir que la atrocidad se convierta en la norma.
Es fundamental invertir en salud mental, en programas de prevención y educación para cambiar las mentalidades violentas, machistas, retrógradas, narcisistas y psicópatas para poder construir una sociedad donde las mujeres sean libres de vivir sin miedo.
No dejemos de insistir en leyes y penas más severas, más rigurosas.
No dejemos de demandar justicia, de demandar más seguridad. No permitamos que nos arrebaten nuestra capacidad de asombro, nuestra sensibilidad.
Lo que sucede con tantas mujeres dominicanas todos los días no es y jamás será normal.