ENFOQUE
La artificialidad de la Inteligencia Artificial
La IA como mejor se conoce a la llamada inteligencia artificial, ha desatado un interés inusitado, y no es para menos, pues de pronto nos encontramos con una herramienta que nos da una respuesta a muchas interrogantes, ofreciéndonos en breves minutos un discurso, generalmente, breve y preciso sobre el tema de interés, entre otras cosas.
¿Por qué lo de artificial de un proceso que parece ser tan eficiente en sus respuestas? Su nombre, inteligencia artificial, lo empleó John McCarthy en la Conferencia de Darmouth celebrada hacia mediados de los 50 y que reunió a importantes científicos para debatir sobre la posibilidad de crear una máquina que pensara como humana.
Ya antes, hacia los años 40, otros investigadores del área de la matemática, como fueron Norbert Wiener y John von Neumann, trabajaban en ese mismo ámbito desde la teoría de los sistemas y la computación, llegando a sentar la base de lo que hoy conocemos como inteligencia artificial.
Por supuesto, el “espíritu de la época”, el zeitgeist, vocablo alemán que se traduce como el “espíritu del tiempo o del momento”, iba encaminado en ese sentido. La novela de ciencia ficción de la mente de Isaac Asimov titulada “Yo, Robot”, escrita en el año 1950, cuando apenas yo habría los ojos, se considera un preludio de la IA. Al respecto del tema, el filósofo surcoreano Byung-ChulHan en su obra NO-COSAS. Quiebras del mundo de hoy, nos trae una interesante reflexión cuando de comportamiento inteligente hablamos. Según él, la inteligencia artificial es incapaz de pensar, pues incluso está exenta de comportarse como un idiota: faire l´idiot.
Considerando el pensamiento como un proceso analógico, el filósofo coreano señala que, antes de captar el mundo en conceptos, la dimensión afectivo-analógica está presente, afectándolo en uno u otro sentido. Experimentamos las cosas en la propia piel: “se nos pone la carne de gallina”; cosa esta imposible en la inteligencia artificial.
Desde un punto de vista fenomenológico, el conocimiento de las cosas inicia con la vivencia interna de ellas; de la manera tal y como ellas se muestran en nuestra concienciades provista de toda concepción previa. Así, diría Marleau-Ponty, seremos capaces de captar la esencia de las cosas. Se trata, desde esta perspectiva, de plegarse a las cosas mismas, el ser fiel a lo que realmente se experimenta, de ahí que se propugne por la intuición como instrumento fundamental de conocimiento. A través de la intuición, el objeto conocido se nos hace presente mostrándose tal y como es, a diferencia del conocimiento conceptual.
No tengo dudas de que la teoría científica nos guía para conocer la realidad, y que no siempre se atiene a lo que es verdadero o falso y de ahí su plausibilidad, es decir, ante la duda de si es o no verdadero, puedo tener motivos suficientes para creer que ello es plausible (¿solo posible?) en coherencia con el conocimiento previo.
La subjetividad, desde este punto de vista, precede incluso al pensamiento racional, siendo aquello que nos guía, intuitivamente, ante la incertidumbre que la realidad por comprender nos provoca, convocándonos a la tarea, no siempre precisa y clara, de dar cuenta de ella.
La inteligencia artificial, diría Byung-Chul Han, puede calcular con rapidez, pero le falta el espíritu, aquello que nos impulsa, nos alienta, nos conduce hacia la necesidad de comprender profundamente las cosas, procurando en ello, la mayor plenitud del desarrollo humano.
Somos seres sensibles al mismo tiempo que dotados de razón, que inmersos en la realidad y siendo parte de ella, captamos a través de todos nuestros sentidos incluyendo la propiocepción y el pensamiento intuitivo-racional, lo que la realidad nos oculta, nos envuelve en sus múltiples capas, a veces misteriosas.
De eso, aún la inteligencia artificial no parece dar cuenta. Y es lo que, por el momento, nos diferencia de cualquier máquina que por eficiente que sea para procesar información en tiempos record, está imposibilitada de descubrir y darle sentido y significado a la realidad que se nos ofrece por conocer y actuar en ella.
El autor es profesor titular de INTEC