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La verdadera responsabilidad fiscal

Es interesante el concepto de responsabilidad fiscal, teniendo presente de que se trata de una espada de dos filos, corta por el lado del estado y corta por el lado del contribuyente.

Siempre se ha querido dejar entredicho, que el tema de la redistribución del ingreso, se traduce en el uso eficiente de las finanzas públicas, devolviendo con esto, los servicios que el estado debe proveer a los conciudadanos.

Sin embargo debajo de estos conceptos nobles que caracterizan a cualquier sociedad correcta, están los pensamientos que subyacen y hacen mover el motor de las realidades gubernamentales, entre ellas: el deseo de lucro, el tráfico de influencias, el nepotismo, el enriquecimiento ilícito, la corrupción administrativa, el abuso en el uso de los recursos públicos, el desvió de fondos para actividades que no implican esa redistribución del ingreso, y que por lo tanto no llevan beneficios a la colectividad.

Sobre la verdadera responsabilidad fiscal.

Sobre la verdadera responsabilidad fiscal.

Si queremos ver un poco la otra cara de la moneda, está claro de que un porcentaje de la población económicamente activa, no se ha constituido en contribuyente y no cumple con el deber contributivo a las finanzas públicas.

Muchas personas por razones de morosidad, otros por ser simples evasores y los más expertos por la utilización de los mecanismos que permiten la elusión fiscal localmente o en paraísos fiscales, no realizan los aportes debidos.

Otros por las mismas complejidades del propio sistema de tributación, complicado por las mismas iniciativas históricas que siempre han sumado mayor voracidad fiscal, ignoran el formato, los mecanismos, y muchas veces hasta son engañados por los famosos e históricos tributarios, haciéndoles pagar sumas mayores a las correspondientes.

El mismo desconocimiento, indisciplina, o el estado perenne de sobrevivencia que define la incapacidad de producir para satisfacer las necesidades perentorias, llevan a las personas de discriminar y priorizar el uso de sus recursos en lo básico, y si acaso alcanza, entonces atender estas contribuciones.

Visto así, este porcentaje de la población que no es pequeño, es sobreviviente y lucha cada día por satisfacer lo básico, lo que podría implicar la imposibilidad de atender algún esquema tributario conveniente.

El dilema se presenta pues, entre la obligatoriedad de que todos los ciudadanos seamos contribuyentes y la posibilidad real de serlo, ante las demandas de otras necesidades impostergables. O se requieren de mayores oportunidades e ingresos, o se necesitan esquemas tributarios más acordes a estas realidades insoslayables.

Pero por el otro lado de la balanza, esta lo que realmente se recauda, y créanme, sacando de lado esta citada población sobreviviente, y no me he referido a mendigos o personas que mueren de inanición, hay allí mucha gente de la clase media y media baja y baja, es decir, la gran mayoría del pueblo dominicano.

Esa otra balanza, ubica a las recaudaciones logradas por las oficinas y luego al uso que se da a esos recursos. Se sabe que una parte de ella se relaciona con gastos corrientes y otra a gastos de capital. Esta última implica las nuevas inversiones, contratistas, obras públicas, mejoramientos de infraestructuras, para citar algunos ejemplos. La primera parte implica el uso de fondos públicos para el pago de los servicios prestados por los servidores y cubrir los gastos de las entidades públicas y los gobiernos municipales.

Pero cuando hablamos de responsabilidad fiscal, si lo aplicamos en sentido estricto, tanto los que deben contribuir como quienes reciben las recaudaciones y planifican la ejecución presupuestaria, están envueltos. Y aunque parecería que no se distingue claramente donde comienza el problema, quisiéramos realizar algunas precisiones sobre este particular.

Me parece que en primer lugar, debería tomarse un papel en blanco y comenzar a justificar las entidades públicas o aquellas entidades que reciben fondos públicos. Y hacerse algunas preguntas existenciales, tales como: ¿Por qué?, ¿para qué?, ¿Cuánto?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿hasta cuándo?, ¿hasta dónde?.

Es que el mismo clientelismo y populismo arraigado y que ha creado como una bacteria autoinmune la partidocracia imperante en el país, ha traído como consecuencia una gran cantidad de inventos, que han agrandado el estado dominicano, haciendo más inefectivos sus servicios y al mismo tiempo, encarecido sus procesos, por lo que ha sido necesario inyectar más capital para mantenerles operando y por ello, la necesidad de cada vez más recaudaciones e impuestos.

Hay una pregunta clave dentro de todas las enumeradas, ¿Por qué? Y voy a ser bien explícito: ¿Por qué el estado dominicano tiene que suplir fondos para una cantidad de ONGs, Asociaciones sin fines de lucro, Partidos Políticos, Iglesias, Patronatos y hasta Federaciones Deportivas?.

¿Por qué deben existir entidades públicas que se han convertido más en comités de base de los partidos de gobierno y que luego son heredadas por una nueva gestión, sin tener un porqué y un para que de su existencia?

Pero voy un poco más a lo operativo. Si vivimos en un país donde la mayoría de la gente sobrevive, ¿porque pretender realizar presupuestos, sabiendo de antemano que se produce un déficit fiscal, que no caben más endeudamientos y la gente no podrá pagar aunque quiera más impuestos?

Pero tal vez pongo el dedo en la llaga haciendo esta tonta pregunta. ¿Se gobierna para el país, o se gobierna para atender exigencias supra nacionales? Y aquí lloverán muchos porqués.

¿Por qué tenemos que solventar los gastos que vienen de los impuestos o del endeudamiento externo, esos gastos que implican más de un 40% de parturientas que invaden diariamente el país?, ¿Por qué tenemos que hacer lo mismo con el cupo de las escuelas, el desayuno escolar y la salud en términos generales?

¿Por qué tenemos que adherir al país sin su permiso, para imponer cargas tributarias solo por el hecho de contribuir a las finanzas globales y a los temas de la agenda 2030, cuando tenemos tantas precariedades y corrupciones de todo tipo localmente?

¿Por qué pretender que el pueblo dominicano asista con alegría a la misa tributaria de una nueva reforma fiscal, conociendo claramente sobre todo estos temas del costo migratorio, su impacto en la salud y educación y todos los escándalos de corrupción que por lo visto terminan en negociaciones de escritorio?

Me parece que la responsabilidad fiscal viene cayendo también en el vacio de una estrategia mal fundada, pues en lugar de hacer la zapata sobre una roca, se ha hecho sobre la arena, y con cualquier lluvia fuerte y crecida del río del pueblo cansado, esa casa se caerá.

La respuesta automática que con toda certeza dará la masa crítica de la población dominicana, que de forma despectiva se les ha llamado, ciudadanos de a pie, será seguir sobreviviendo, y si alcanza para alguito, dejarán esos chelitos debajo del colchón.

Me parece, que así como dice Henry Mitzberg, entre lo ideal y lo posible, deben surgir las estrategias emergentes, y la única estrategia emergente visible, plausible y que invitara al festejo de toda la población, es que los que han tomado sin permiso préstamos del erario, devuelvan con intereses esos capitales. Con esto, no sería necesario pensar en más carga tributaria para una sociedad hastiada de abusos gubernamentales.