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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

El Padre Adolfo Nicolás, S.J. pensaba ser hermano de la Salle

Nació iniciando la guerra civil española (1936) en una familia errante. A su padre, un reconocido católico de Palencia, le avisaron poco antes de que naciera Adolfo Nicolás: “esta noche, vienen por ti”. Desde entonces se movían. Uno de sus hermanos nació en Santander, luego vivieron en Lugo y la Coruña. Adolfo Nicolas residió en Barcelona entre los 4 y los 13 años. Cuando empiece la universidad, habrá frecuentado siete colegios diferentes. De niño, fueron desgarramientos dolorosos, para su vida adulta, una escuela que le preparó para saltar de comunidad en comunidad en Japón cada seis meses.

El trigésimo superior general jesuita (2008 – 2016), durante su juventud, consideró ser hermano de la Salle. Tan inspirado estaba por la calidad de sus maestros lasallistas que, en sus primeros tiempos en la Compañía de Jesús (1953) pensó ser hermano y dedicarse a la enseñanza. Mientras estudiaba filosofía, respondiendo a una petición del P. General Janssens, se ofreció de misionero al Japón. Terminó su licenciatura en filosofía en Alcalá de Henares y ya andaba por Japón en 1961 aprendiendo la lengua. Fue ordenado sacerdote en 1967. Realizó estudios de doctorado en teología en la Universidad Gregoriana de Roma (1968 – 1971). Luego trabajó en Instituto Pastoral de Manila. Los años 1991 – 1993 lo vemos dirigiendo una casa de formación para estudiantes jesuitas. Estando allí es elegido superior provincial del Japón para los años (1993 – 1999).

Le atraía el trabajo con personas pobres. Le encantó dirigir el Centro de ayuda a los inmigrantes de Tokio (1999 – 2004), trabajo que dejó para ser coordinador de los superiores provinciales de los jesuitas del Asia Oriental, un área que se extiende desde Myanmar (Birmania) y China, hasta la Micronesia e incluye a los jesuitas de Australia.

Reunida la Congregación General 35ª, el 19 de enero del 2008, fue electo por los 217 jesuitas allí reunidos. (Ver, Una conversación del Padre General con el equipo de comunicación de la Congregación General 35, el domingo 10 de febrero de 2008).

El jesuita José María Fernández Martos lo retrató así: Posee “… una gran sensibilidad para el diálogo con la cultura” Está convencido “de que sólo se salva aquello a lo que amas”. Su honda conciencia de la Justicia Social le llevó a vivir en un barrio pobre de Tokio siento profesor de teología.