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Kamala Harris, vencedora en el debate de Filadelfia

Kamala Harris y Donald Trump se dieron la mano al comenzar el debate del martes por la noche en Filadelfia, y acto seguido no perdieron un segundo en lanzarse duros ataques, como esperaban millones de espectadores, pegados a los televisores.

El estilo agresivo del ex presidente republicano ya era más que conocido por el público, y Trump lo mantuvo todo el tiempo. La sorpresa de la noche fue la vicepresidenta y aspirante demócrata a la presidencia, que dominó el debate desde el primer momento y terminó como clara vencedora del enfrentamiento.

Harris se mostró como una candidata conocedora de los temas que más importan a los estadounidenses, como la economía, la vivienda y el aborto; una política firme y segura de sí misma que respondió hábilmente y con decisión a los ataques feroces que Trump no dejó de lanzarle, y también a las mentiras que el ex mandatario derrochó.

En los primeros minutos del encuentro, Trump abordó el problema de la inmigración indocumentada, que repitió constantemente durante todo el debate. El ex presidente basa el núcleo de su estrategia en el rechazo que muchos de sus seguidores, los más extremistas, sienten hacia los inmigrantes, especialmente los que vienen de América Latina y, en general, del Sur Global.

Trump llegó a decir que en la ciudad de Springfield, en el estado de Ohio, los inmigrantes se están comiendo los perros y los gatos de los vecinos. Un disparate que hizo enarcar las cejas de Harris en un gesto de perplejidad, mientras el presentador de ABC David Muir, uno de los dos moderadores del debate, intervino diciendo que la administración de Springfield le había dicho que no existía ningún informe sobre inmigrantes capturando a mascotas. Trump insistió con el débil argumento de que lo había oído en la televisión, a lo cual Muir respondió afirmando de nuevo que la administración municipal había negado la veracidad de la historia de las mascotas.

Trump parece creer que, al presentarse como un líder capaz de frenar la entrada de inmigrantes, ganará las elecciones con ventaja. En esencia, su estrategia consiste en demonizar a un grupo humano, catalogarlo como un peligro nacional, para presentarse ante los votantes como el salvador del país.

Pero ni los gobiernos extranjeros están enviando a sus criminales a Estados Unidos, ni la frontera con México está abierta de par en par y descontrolada, ni los inmigrantes roban empleos a los norteamericanos, ni se comen sus perros y sus gatos. Diversos estudios demuestran que el índice de delitos entre los inmigrantes es mucho menor que el de los nacidos en Estados Unidos. Pero Trump no permite que la realidad le estropee un discurso.  

Los argumentos del ex presidente fueron débiles o engañosos. Acusó a su rival de ser “marxista”, una acusación que, en el caso de Harris, está totalmente alejada de la verdad.

Pero Harris respondió a los ataques con certeras estocadas, como cuando cuestionó la actuación de Trump el 6 de enero de 2021, el día en que una turba de partidarios del entonces presidente invadió el Capitolio de Washington en un intento por revertir los resultados de la elección presidencial ganada por Joe Biden.

En todo momento, la demócrata mantuvo el control de la situación y definió sus posiciones en defensa de los trabajadores y de las familias, los derechos de las mujeres, y un futuro más amable para la nación, mientras Trump fue incapaz de ofrecer una visión clara de lo que haría en un segundo término en la Casa Blanca, salvo repetir su decisión de deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados, una decisión tan inhumana como caótica e imposible.

Claramente, Harris ganó el debate. Ahora bien, diversas encuestas han colocado a los candidatos en un empate virtual. Harris triunfó en Filadelfia, pero la batalla por la Casa Blanca sigue siendo muy reñida, y la votación de noviembre aún es un enigma. 

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