TESTIGO DEL TIEMPO
Migración, corrupción y narcotráfico
Dos hechos recientes me llenan de satisfacción, y preocupación.
Que apresen una banda de narcotraficantes internacionales y les incauten dos toneladas de drogas ilícitas es buena noticia. Que el presidente Luis Abinader reduzca el tamaño del gobierno suena muy bien, pero es un fiambre de la revolución neoconservadora de Ronald Reagan en los 80.
Es saludable, sin embargo, reducir la cantidad de gente que medra a la sombra del poder sin aportar ni contribuir nada que no sea activismo político partidista.
Seamos realistas, los dominicanos no tienen medios legales de movilidad social y económica, es muy difícil mejorar su nivel de vida sin delinquir en drogas o corrupción.
Por esa falta de oportunidades más de tres millones huimos del país, donde quedan otros tres millones sumidos en la pobreza, sumamos la mitad de la población.
El uno por ciento de la otra mitad es la que disfruta del tan cacareado “crecimiento económico dominicano”.
Nuestras remesas financian la paz social dominicana, es innegable.
El presidente Abinader, nuestro presidente-empresario, que ahora despedirá empleados públicos directos o indirectos, debe buscarles alternativas económicas.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) destruyó el Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE) sin reubicar esos empleados.
Si Abinader hace exactamente lo mismo, no puede seguir hablando de “cambio”.
Recortar el número de diputados recortará el dinero del “barrilito” que le resuelve la vida a mucha gente.
La única oportunidad económica real del dominicano es robar en el Estado, traficar drogas, o emigrar.
Abinader debe dejar como su legado la promoción real de una auténtica clase de pequeños y medianos negocios en crecimiento.
Migración, corrupción, y narcotráfico, son las únicas alternativas para mejorar la vida de los dominicanos, el resto es subsistencia.
Si no “democratiza” la economía, Abinader multiplicará sus riquezas y nuestras pobrezas, ese será su legado.
Los narcotraficantes y políticos corruptos son tan indefendibles, como lo es una sociedad donde un microscópico grupúsculo monopolice los medios económicos y de ocio, excluyendo las mayorías.