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¿Unificar Aduanas e Impuestos Internos?

Parece tener sentido la unificación de la Dirección General de Aduanas y la Dirección General de Impuestos Internos. Sin embargo queremos aprovechar la ocasión para reflexionar sobre algunos puntos que entendemos podrían ser temas de interés.

A nuestro entender la medida puede tener un impacto positivo de corto plazo, sin embargo a mediano y largo plazo podrían cambiar las tendencias en nuestro modelo económico, ya que se viene hablando del fracaso del neoliberalismo como modelo en muchos países que lo adoptaron.

Dirección General de Aduanas

Dirección General de AduanasImagen de archivo

Históricamente la República Dominicana dependía del comercio exterior. Es decir de los impuestos a las Importaciones y exportaciones. Y éramos un país eminentemente agrícola, que intentó industrializarse, y se adopto el modelo de sustituir importaciones, aunque obviando las ventajas comparativas del mercado internacional que nos alejaban de una real competitividad. Sin embargo se promulgaron leyes que incentivaron estos procesos.

Los temas de economía de escala, productividad, inversiones de capital con mano de obra intensiva y el desplazamiento de modelos de manufactura, con tecnologías que no eran de punta, fue parte de aspectos que no quedaron cubiertos en el proceso. Al llegar los acuerdos de libre comercio, no teníamos una industria re convertida, competitiva internacionalmente.

El deterioro de los términos del intercambio se pronunciaba, como consecuencia de la diferencia en la productividad entre los países que comerciaban. Un alto porcentaje de lo manufacturado ha tenido y mantenido un alto porcentaje de componente importado en su costo primo, amén de la necesidad de importar maquinarias, equipos, piezas, materia prima y otros elementos fundamentales para lograr el producto terminado.

Todo este proceso en la manufactura local, se impulsaba por las leyes de incentivos que se plantearon en el año1968, con una protección efectiva que encarecía los productos terminados importados que competían con lo fabricado localmente y permitía teóricamente el desarrollo industrial local. Así surgieron los parques industriales y zonas francas en el país.

La estrategia de integración horizontal se comenzó a implementar localmente y ya no importaba tanto el modelo adoptado, pues desde el punto de vista comercial, un mismo suplidor podía ofrecerte un producto local o el producto importado. Se habían formado oligopolios con los productos de consumo masivo.

Sin embargo durante un tiempo se tuvo una protección efectiva al productor local con una serie de incentivos fiscales, que precisamente motivaron al inversionista a abrir puertas en el mercado local. Incentivos que comenzaron a desmontarse a mediados de los años 90, por los acuerdos de libre comercio.

Caímos en la trampa de no usar tecnología de punta y no se pudo lograr a tiempo la reconversión de la industria nacional, para adoptar las mejores prácticas y con ello lograr ser competitivos como suplidores internacionales.

La economía de escala y de alcance de las grandes industrias multinacionales, se aprovechaban y se adueñaban de los territorios de ventas, imponiendo su calidad, su capacidad de financiamiento mercadeo, y asegurando el liderato del mercado. Y apostaban a los tratados de libre comercio, les garantizaban el predominio mundial.

Con el tratado de libre comercio la importancia relativa de la dirección general de aduanas, era cada día menor, pues la dependencia de las finanzas públicas iba en franca sustitución, del comercio exterior a los impuestos internos. Sin embargo nuestro gran problema sigue siendo el mismo: exportar más.

Con la economía de servicios como modelo, en teoría se aprovechaba la ventaja comparativa, ya que no éramos competitivos con lo que se fabricaba localmente en los mercados internacionales, y entonces nos enfocamos a lograr el crecimiento por otras vías, aunque descuidábamos la producción nacional.

Surgió el ITBIS, se sumaron los Anticipos a los impuestos como forma de alimentar las finanzas públicas, mientras crecían mucho más que proporcionalmente las importaciones que la exportaciones.

Dirección General de Impuestos Internos (DGII). Aún falta el 75% de vehiculos por renovar el marbete.

Dirección General de Impuestos Internos (DGII). 

Un tema que podría parecer no conexo a esta unificación de las direcciones de Aduanas e Impuestos Internos es el manejo estratégico que por décadas tienen las zonas francas y la industria hotelera, y que con esta unificación podría impactar en los procesos que controlan estos temas. Por ejemplo:

Un porcentaje de la industria hotelera, se da con servicios prestados mediante operadoras turísticas, donde los ingresos reales no entran al país. Se trata pués de paquetes turísticos que se compran fuera de nuestra localidad.

Lo mismo pasa con los contratos que se dan con clientes de zona franca, donde no solo se da la importación temporal de materiales para ensamblaje (que no pagan impuestos) y el retorno por esa vía del producto terminado, con ese incentivo fiscal que representa esa operación. Tampoco entra al país lo facturado internacionalmente al cliente, aunque si llegan las remesas para la cobertura de los costos fijos locales, servicios generales, nomina, mantenimientos, y otros gastos necesarios para operar.

Desde la óptica de la reforma fiscal, tiene un sentido financiero de corto plazo, que los incentivos impositivos ofertados hasta la fecha a estos sectores industriales, cesen y que entonces pueda circular más dinero en forma de ingresos directos a la economía nacional y que esto entonces se refleje como recaudaciones.

Evidentemente esto impactaría en la rentabilidad de los inversionistas, quienes están acostumbrados al incentivo recibido y se verán afectados sus dividendos, ya que se incrementarían sus costos de operar y eleva el riesgo de cierre de negocios ya localizados en el país.

Sin embargo el tema fundamental que nos trae de la mano es la unificación de estas dos direcciones, Aduanas e Impuestos Internos, aunque esta historia y reflexión debería invitarnos a pensar, si las medidas que se toman podrá ser sostenibles a mediano y largo plazo.

A corto plazo podría impactarse la nomina pública, podrían verse afectados cientos o miles de colaboradores, a no ser que solo se trate de una integración para los fines de consolidar la información financiera de las operaciones aduanales y las tributarias.

Pero si esta unificación o fusión, implica cambios en los procesos de trabajo, y ojalá lo sean para: la transparencia y el respeto de las leyes, para luchar contra el contrabando y la evasión en el terreno, macuteos, abusos contra los viajeros y sus maletas, y en las estructuras de gestión, mandos medios y los procesos mismos de servir al cliente o contribuyente, ojala que esto también implique una mejora significativa en el proceso desaduanización.

Sin embargo ante las disrupciones que vive hoy el mundo, nos preguntarnos sobre la sostenibilidad de la medida, sobre todo porque los modelos económicos lucen tener una regresión, y muchos países comienzan a pensar en retomar los temas de la protección efectiva, ante lo que se ha querido denominar como el fracaso del neoliberalismo.

Es decir, si los temas de deterioro de los términos del intercambio se han mantenido, dadas las diferencias en la productividad de los países que pactaron el libre comercio, definitivamente el argumento de la ventaja comparativa no tendría solidez y solo beneficiaría al país más productivo y competitivo. Y prácticamente los demás países se convierten en mercados cautivos del mas grande.

Ya esto se venía venir, con la mismas explicaciones que hacia el economista Argentino Prebish, sobre las relaciones centro-periferia y luego la denominación de los países en desarrollo. La brecha de pobreza se ha agrandado entre los países del primer y tercer mundo, y en esa misma proporción dentro de una misma nación en sus estratos sociales.

Es evidente que desde el punto de vista organizacional, se podían producir a corto plazo movimientos críticos de personal en la unificación de ambas direcciones generales, aunque su sostenibilidad estaría condicionada a las disrupciones que continuarán impactando y de las que como país no tenemos control alguno.

Ojalá que los cambios que se avecinan, no deterioren o ralenticen los procesos para servir al cliente o contribuyente y que la inversión que hoy se hará, no caiga en sacos rotos.