Rastros basura de virus antiguos permanecen en el ADN humano, propiciando la tumorgénesis y la prevalencia de cánceres
Las estrategias de supervivencia de las células cancerosas son diversas, inteligentes y poderosas, dificultando que los progresivos avances en su detección, comprensión y cura logren el cometido objetivo de erradicarlos para siempre de los cuerpos humanos.
Un reciente estudio, cuyos resultados fueron publicados por el portal del Institutos Nacional del Cáncer, adscrito a los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, quienes lo financiaron, el pasado 06 de septiembre, 2024, dio cuenta de que “los investigadores descubrieron que fragmentos del ADN de virus antiguos actúan como «interruptores para que los genes ayuden a los tumores a crecer y a sobrevivir»”.
Entre ellos, destacan el rol del fragmento viral denominado LTR10, procedente de un retrovirus endógeno que, según comprobaron, actúa como un switch epigénico que “pareció ser particularmente activo en una variedad de cánceres”, incluyendo comunes, como el colorrectal y del pulmón, y otros menos frecuentes como el del estómago y el de las vías biliares.
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