Ecoansiedad y juventud

Al hablar sobre salud humana conviene tener presente que ella exige de una visión holística; es decir, considerar la salud en todas sus dimensiones: física, emocional, mental y espiritual. Además, tales dimensiones de la salud se rigen por lo sistémico. El daño a una de ellas compromete las demás. La ecoansiedad, complica otras dimensiones de la persona; y, por supuesto, su crecimiento integral. Se registra una ansiedad asociada a estímulos relativos a desastres naturales y emergencias climáticas. La ansiedad en sí misma, no tiene que ser una enfermedad. Existe la ansiedad adaptativa, o sea, que moviliza para protegerse de experiencias adversas. Y la ansiedad desadaptativa o disfuncional, la cual en niveles elevados compromete el desenvolvimiento y la salud de la persona.

Según las conclusiones extraídas de la macroencuesta, elaborada conjuntamente por PlayGround y Osoigo Next, el cambio climático representa una gran preocupación para la juventud. El estudio ha reunido la opinión de más de 9,000 jóvenes españoles entre 16 y 30 años en una encuesta online que se efectuó del 1 de julio al 15 de agosto del 2022.

Otro estudio de una población de 10,000 jóvenes entre 16 y 25 años realizado por otra encuestadora española. Revela que de esta población un 45 % refiere que la preocupación por el clima les afecta en la vida cotidiana. Además, tres cuartas partes dicen que el futuro es aterrador. Y un 56% dice que la humanidad está condenada. Tales pensamientos automáticos promueven la ansiedad desadaptativa.

Los datos de las encuestadoras resaltan que se está generando una especie de angustia por la incertidumbre sobre el futuro del planeta. Se refuerza un sentimiento de desesperanza porque consideran que la situación no tiene vuelta atrás. Junto con la ansiedad se presentan síntomas de depresión, afectando la salud mental de la persona y presentando síntomas tales como: taquicardia, sudoración y fatiga. Tales síntomas no son continuos, se presentan cuando aparecen ciertos estímulos ambientales o circunstancias.

Algunos psicólogos sostienen, como Caroline Hickman psicoterapeuta del clima, que "el impacto de la ecoansiedad es equivalente al del abuso sexual a menores". En el sentido de que, ante un evento ambiental o natural, presente, se reciclan experiencias traumáticas vividas en el pasado. Sin embargo, sentir ecoansiedad es una respuesta normal a una situación anormal que experimentan jóvenes y adultos.

Regularmente, una persona con ecoansiedad presenta dificultades en el desenvolvimiento diario. Como, por ejemplo, cuando va al supermercado y piensa cómo empacaron el producto, no lo adquiere, regresando sin nada a casa; cuando va a tomar agua, no lo hace porque el envase es plástico o porque considera que se agotará el agua del planeta; cuando va a un restaurante le perturba pensar de dónde proceden los productos; el aire acondicionado está muy fuerte y genera calentamiento climático. Cuando se alcanza la ecoansiedad disfuncional, se habla de una patología que requiere la intervención profesional. Se experimentan emociones desagradables, afectando el sueño y el apetito. Las personas que sufren trastornos mentales son más vulnerables a los efectos del cambio climático.