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El Ocaso: crimen y corrupción en Miami

Fernando Estrada, un detective privado de Miami, destapa sin habérselo propuesto una caja de Pandora de crimen y corrupción al investigar el asesinato de la amante de un magnate local. Sin el apoyo de la policía, que muchas veces lo hostiga, y amenazado por matones sin escrúpulos, Estrada no se detendrá ante nada para llevar la investigación hasta sus últimas consecuencias.  

Esa es la trama central de mi novela policíaca El Ocaso, que estuvo varios años sin distribuirse tras su publicación inicial en 2013, y que ahora vuelve a estar a disposición del público, cortesía del sello editorial español Mundiediciones. 

En esta nueva edición hay algunos cambios, entre ellos el final, que en la versión original ocurría en la mañana, pero que en la nueva tiene lugar precisamente a la hora del ocaso, para coincidir con el título de la novela.  

Después de El Ocaso, he escrito otras historias protagonizadas por Estrada: Una noche como cualquier otra, publicada en la antología de diversos autores Viaje One Way, de Suburbano Ediciones; El rufián del BMW y Un detective al acecho, ambos publicados en la revista Suburbano. Y ahora estoy escribiendo el capítulo final de una secuela de El Ocaso, titulada Secuestrada en el ocaso, en la cual, justo cuando la pandemia de la COVID-19 está llegando a Europa, Estrada debe ir a Madrid a buscar en una carrera contra reloj a una joven, hija de un empresario de Miami, que está en manos de una banda de narcotraficantes.  

Estrada es un personaje idóneo para protagonizar una serie de novelas y también varios filmes o una serie de televisión. Es una versión moderna y miamense de los detectives clásicos del género negro, inspirado en el detective que Raymond Chandler describe en su ensayo El sencillo arte de matar. 

El Ocaso, que es narrada en primera persona, no es solo una novela que se inscribe en el género noir: también encierra una crítica social, un relato de cómo Miami cambió en unos pocos años, de decadente ciudad playera con viviendas baratas, a una metrópolis carísima, un centro internacional de finanzas y negocios, con una prosperidad desigualmente repartida, y también una meca del fraude, el narcotráfico y el lavado de dinero, entre otros delitos. Conozco bien esa transformación urbana porque la presencié, con asombro y desconcierto, mientras los alquileres de la vivienda se disparaban de la noche a la mañana y expulsaban a muchos inquilinos de sus apartamentos. Ancianos retirados que residían en Miami Beach, cerca de la playa, tenían que regresar al norte, a vivir en casa de los hijos, o, si no tenían esa suerte, mudarse a lugares marginales de Miami. Junto a la trama principal de la investigación de un crimen, se entretejen otras historias. La novela narra la transición de Estrada, de policía joven y recién casado, siguiendo la pauta del sueño americano para comprar una casa nueva en los suburbios uniformes del oeste de Miami, a hombre divorciado y desengañado, a detective privado cínico y endurecido, pero que no puede eludir un sentido del honor que lo lleva con frecuencia a situaciones muy riesgosas.  

Está también la historia de inmigrantes cubanos, desesperados por las carencias económicas y la falta de oportunidades en la isla, que se juegan la vida cruzando el estrecho de la Florida en embarcaciones precarias para llegar a Miami, donde no pocos descubren que su nuevo hogar no es la tierra de maravillas que les habían pintado, y algunos caen en la tentación del delito para sobrevivir en una sociedad gobernada por el dinero.  

Calles sórdidas donde, como lo relataba Chandler, el peligro puede estar a la vuelta de cualquier esquina. Hombres y mujeres que llegan al ocaso de sus existencias con sueños que realizar, promesas que cumplir y venganzas que llevar a cabo. Empresarios corruptos que lucran mediante el contubernio con políticos poderosos. Una mujer decidida a todo con tal de no perder el lujo en que vive. Un hombre, vestido con una chaqueta azul y unos pantalones blancos, con el pelo revuelto, que entra en una cafetería del centro de la ciudad y cambia para siempre la vida de la camarera recién llegada a Miami que lo atiende.  

Ese es el mundo en que se mueve Fernando Estrada y esos son los personajes con los que se relaciona en esta novela, una historia de acción, drama y suspenso que tiene lugar en los barrios opulentos de Miami y en sus zonas pobres, en una agitada y mágica ciudad de contrastes resaltados bajo las luces rojizas del ocaso.  

Está también la historia de inmigrantes cubanos, desesperados por las carencias económicas y la falta de oportunidades en la isla, que se juegan la vida cruzando el estrecho de la Florida.

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