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El SDSS y los determinantes sociales de la mortalidad materno-infantil

Entretanto se avanza hacia la modificación de las leyes 87-01 que creó y regula el Sistema Dominicano de la Seguridad Social (SDSS) y la 188-07 que norma el Seguro Familiar de Salud (SFS), disponiendo su inicio, la situación de la salubridad nacional continúa diciendo ¡Oye, avanzamos, aunque persisten retos que debemos afrontar! Verbigracia: mejorar el SDSS.

Según el más reciente Boletín epidemiológico de la Dirección General de Epidemiología (Digepi) del Ministerio de Salud dominicano, correspondiente a la semana #32 (4-10 de agosto) de este 2024, el país continúa superando sus indicadores de salud a grados superlativos escasamente divulgados. Con cero casos de cólera, dengue y malaria; con Leptospirosis, Covid-19 y muertes infantiles (MI) reportando 6, 13 y 27 casos confirmados en el período, respectivamente; con apenas una muerte materna (MM) en ese lapso y 95 acumuladas durante el año, ocurridas a 54 mujeres nacionales y a 41 haitianas, decimos: los indicadores mejoran, exigiendo mejorar más.

¿Por qué?

Patentizando ostensibles avances, las cifras muestran una indecente insensibilidad sistémica. Bastaría un caso de MM o MI para despachar acciones preventivas hacia las comunidades y poblaciones donde la vigilancia epidemiológica informa incidencias. La tradición ha sido procurar desempeños superiores a los del año y gobierno anteriores para actuar. ¡Absurda medalaganería politiquera! ¡Evidente carencia de enfoque ético en salubridad!

Descendiendo los indicadores —y significativamente— la tasa de MMI, de continuar el ritmo y tendencia actuales, podrían cerrar 2024 así: la MM, ±154; la MI, ±2,014.

¡2,014: cifra inaceptable!

Los registros actuales son orgullosamente inferiores en -35.06% y -49.55% que los reportados hace un año: 24-30 de diciembre, 2023. Aún así, la actual tasa de MI es +0.82 veces que la reportada por los Estados Unidos (2022); entretanto, la MM dominicana es +6 veces que la de ese país (2023), donde 680 mujeres murieron, configurando su MM como la más alta de las economías de altos ingresos.

Cual si nada, se informan 1,236 casos de MI este año, acompañados de 95 casos de MM. Junto a estas, las muertes por “Tétanos y otras Edades” cuantificaron 4 defunciones y 16 casos, respectivamente.

Existe, sobre este tema, generalizada preocupación en los sistemas, los profesionales de salud y entre sus investigadores y gestores institucionales más acreditados, desde Suiza a El Caribe.

Lo confirma el “Children Journal”, del Instituto suizo para la Preservación Internacional de la Diversidad Molecular (MDPI, por sus siglas inglesas), hoy fundación. Este otorgó acceso abierto al estudio de Rada K. Dagher y Cols titulado “Una revisión crítica sobre la compleja interrelación entre los determinantes sociales de la salud y la mortalidad materna e infantil”. Mediante este encontraron que las madres y bebés negros “tuvieron los peores resultados en términos de tasas de mortalidad, probablemente debido a la acumulación de determinantes sociales de salud (DSS) experimentados como resultado del racismo estructural a lo largo del ciclo de la vida”. Postulan que estos DSS “de nivel superior” contribuyen significativamente “a las disparidades en la mortalidad materna e infantil”, configurándolas y perpetuándolas “a lo largo de la vida”.

Reto sería des perpetuar desigualdades verificadas en los determinantes de la salud.

¡A prevenir el Oropouche!