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opinión

La cultura del logro fácil: un desafío para la Educación

En la República Dominicana, la cultura del logro fácil se ha convertido en un fenómeno preocupante que atraviesa diferentes sectores de la sociedad, desde la política hasta la vida cotidiana. Esta tendencia no solo quebranta los valores fundamentales del esfuerzo y la perseverancia, sino que también representa un desafío significativo para el sistema educativo del país.

En primer lugar, es esencial comprender qué implica esta cultura del logro fácil. Se trata de una mentalidad donde las personas buscan obtener resultados positivos sin dedicar el esfuerzo, tiempo y dedicación necesarios. Esta actitud puede manifestarse de diversas formas, como el plagio en trabajos académicos, estudiantes que copian en exámenes o tareas en lugar de estudiar y aprender el material, preferencia por cursos o asignaturas considerados fáciles, en lugar de aquellos que representan un desafío académico; dependencia de resúmenes y guías rápidas en lugar de leer libros completos, entre otras

Es de preocupación que en nuestro país se debate la permanencia de las pruebas nacionales y muchas personas abogan por la eliminación de las mismas. Esta tendencia refleja y refuerza la cultura del logro fácil que hemos mencionado. Las pruebas nacionales, a pesar de sus deficiencias, representan una medida estandarizada de competencia y conocimiento que exige esfuerzo y preparación. Eliminarlas enviaría un mensaje peligroso a nuestros estudiantes: que el éxito académico puede y debe lograrse sin la rigurosidad y el trabajo arduo que estas evaluaciones requieren. En lugar de eliminarlas, debemos enfocarnos en mejorar su calidad y en preparar a nuestros estudiantes de manera más efectiva, para que comprendan que el verdadero éxito proviene del esfuerzo constante y la dedicación.

Es fundamental que las instituciones educativas, desde el nivel inicial hasta el universitario, adopten políticas y prácticas que fomenten la integridad, la responsabilidad y el mérito. Los docentes deben ser capacitados para identificar y abordar comportamientos deshonestos y para promover una cultura de honestidad académica. Además, es crucial que las evaluaciones y los métodos de enseñanza se diseñen de manera que recompensen el esfuerzo y la dedicación, en lugar de permitir atajos.

Otro aspecto fundamental es el rol de la familia en la formación de los valores de los niños y jóvenes. Los padres y tutores deben ser conscientes del impacto de sus acciones y actitudes sobre sus hijos. Al fomentar una cultura de honestidad y trabajo duro en el hogar, se contribuye a la formación de ciudadanos responsables y éticos.

Asimismo, es imprescindible que los políticos den el ejemplo. Cuando los jóvenes ven que sus líderes alcanzan el éxito a través del esfuerzo y la integridad, se sienten motivados a seguir ese camino. Finalmente, los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en la formación de la opinión pública. Es necesario que se promuevan historias de éxito basadas en el esfuerzo y la dedicación, en lugar de glorificar logros obtenidos mediante atajos o prácticas deshonestas.

La educación, la familia, el gobierno y los medios de comunicación deben trabajar juntos para fomentar una cultura de esfuerzo y honestidad. Solo así podremos formar una sociedad más justa, equitativa y ética, donde el éxito sea el resultado del trabajo duro y la dedicación, y no de atajos o prácticas deshonestas.

La autora es Vicerrectora Académica de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).

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