Pensando
Corrupción destructora
La creciente población de la tierra necesita más alimento y combustible. Muchos métodos agrícolas e industriales dañan el medio ambiente con la deforestación y contaminación atmosférica, causada por la excreción de la combustión automotriz e industrial. La capa de ozono se va debilitando, dando como resultado el calentamiento global. Ciertos territorios se convierten en desiertos, aumentando el riesgo de hambre en los países más pobres. Los líderes mundiales combaten estas amenazas con la prohibición de productos químicos nocivos. Nos preguntamos: ¿Hasta dónde la corrupción imperante agrede el medio ambiente depredando sus recursos naturales? La preservación del hábitat es insuficiente para garantizar la pureza de un medio ambiente menos contaminado. Detrás de este compromiso de preservar la vida se esconde la complicidad de un proceso mafioso que fomenta la corrupción, al no administrar justicia efectivamente para combatir la impunidad a costa del enriquecimiento ilícito. Estamos compelidos a atacar esa corrupción responsable de la poca salubridad, educación y alimentación de los pueblos, que afecta a la mayoría de los individuos en sus derechos básicos de desarrollo. El lastre del déficit fiscal provocado por la corrupción es motivo de que los individuos actúen de espaldas al medio ambiente, por no encontrar garantías de sus derechos humanos por la ausencia de un sistema de consecuencias. Hay que detener el contaminante de la corrupción para emplear los recursos en la descontaminación del medio ambiente, transparentando el uso de las reservas patrimoniales. Esperamos que los aprestos en nuestra minería con las “tierras raras”, sean para beneficio del pueblo dominicano.