El “tun-tun de la carabela” de Abinader: compromiso, transparencia, ética y Constitución
Empezó “El tun-tun de la carabela…” y el gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y del presidente Luis Abinader recién inicia el período 2024-2028 encarrilando su gabinete. Lo hace luego de empezar a entrenar a los nuevos de su holgada mayoría congresual y de alinear la directiva partidaria.
Según declaraciones oficiales, congresales y partidarias y su flujo de eventos, todos han de ir sobre los rieles sobre los cuales el tren PRMísta marcha hacia la promulgación de un paquete de reformas, la ejecución de un conjunto de planes mediante los cuales avizoran lograr los objetivos que el Ejecutivo vislumbra, aspira y presentó a la sociedad como razón de ser de su actual gestión, valorándolos como necesarios para que la República Dominicana se actualice, superando las estructuras arcaicas y las obstrucciones socio económicas, educativas, políticas, jurídicas y culturales causadas por las recientes crisis, disruptivas del desarrollo y del bienestar. Ojalá que el objetivo macro continúe siendo dejar —¡Por fin!, ¿eh, Peña?— al PRM y al gobierno en capacidad de alcanzar para la colectividad eso que el sector privado y el gobierno proponen como meta estratégica común, obtenible en el 2032: duplicar el PIB nacional. Un ideal a ocho años de distancia y a dos períodos constitucionales que se procura articular desde hoy y el cual, según el Banco Mundial, hay que humanizar para que aporte beneficios para todos. El acto que completa la alineación estratégica total ocurrió anteayer viernes 23 de agosto en horas de la tarde, en el Palacio Nacional. En el recién celebrado Consejo de Gobierno ampliado a Consejo de Ministros y Directores. En ese, el presidente, por primera vez en la historia, otorga el nivel ejecutivo y la importancia jurídica y funcional que las leyes confieren a las direcciones generales y a las entidades descentralizadas. A todos, funcionarios de segundo y tercer nivel —ministros y directores generales o responsables de instituciones descentralizadas— exigió compromiso con la ética y la transparencia. De tal modo, quedan obligados a satisfacer las expectativas presidenciales; comprometidos a realizar la gestión que de ellos el ejecutivo espera: compromiso, transparencia, conductas y actos públicos realizados al amparo y bajo las formas que establece la ley.
Para quienes desean entender, decimos Oye, desde ese Consejo de Gobierno ampliado se bajó esa línea: eficiencia, compromiso, ética y transparencia. De manera que no podrá haber chivos sin ley en el tren oficial, el congreso o el Partido. En adelante, los funcionarios de mayor relevancia deberán estar atentos a las líneas presidenciales y partidarias, unificadas en el mandatario y en el señor José Ignacio Paliza. Mediante la simpleza de esa reunión, el Ejecutivo declara la soberanía presidencial sobre su funcionariado en los términos que la Constitución le confiere. Si hubo reparto, hasta ayer llegó; las cuotas están pagas. Ahora viene el país, el interés nacional, la visión ejecutiva. Los objetivos del nuevo período constitucional estarán conducidos desde un Palacio que lo entiende oportunidad y obligación para realizar la gestión que en todos los ámbitos prefigura el presidente. Los antiguos críticos del gobierno nombrados en cargos han de alinearse, ¡Sí, señor!
Tal organización de las huestes debe ser acatada, caer como migajas, “boroneo” —madeja o hilo de aquella Ariadna de la viaja Naxos— hacia las instituciones públicas. Bajo su efecto, los incumbentes quedan en el deber de iniciar, a partir de ese mandato, la adecuación de las instituciones puestas a su cargo para conferir mayor relevancia a los equipos empoderados de los temas y actos que se indicaron, enfocando la eficiencia de la gestión desde el compromiso, la ética y la transparencia. El objetivo primario de Abinader luce a proclama: ¡Gobernabilidad! Sabe que sin ella la gobernanza se irá por el retrete.
Una organización política nacida de una tradición de chivos sin ley y de liderazgos de formación y orientación entorpeciente y dispersante, da un paso hacia adelante al unificar visiones y objetivos, compartiéndose entre sí y con la sociedad; asumiendo los temas en desarrollo y la línea en torno a ellos “bajada” como guía del pensar y actuar oficial, organizacional y público. Es en torno de aquel juego tradicional sincrético del Poder, necesario en la aspiración que enfoca el desarrollo y aprendimos de niños. “El tun-tun de la carabela, quien abandone la fila y mire pa´tras, ¡merece la pela!”, sin que la cita sea literal, claro.
Por las reuniones recientes celebradas en el PRM, en la bancada congresal PRMeísta —de mayoría holgada para aprobar modificaciones constitucionales y leyes que requieren mayoría calificada— y en el recién instalado gobierno se puede afirmar que la meta central actual parece ser que ese partido, sus representantes y gobierno no recorran, como en el pasado reciente recorrieron, senderos divergentes. Que marchen pies juntillas, hacia el fin trazado por quien ahora dice “Soy el presidente, a mí os debéis!”, aunque lo diga sin pronunciarlo, con la elegancia de la discreción.
El presidente ha hablado, dando orden directa a los suyos. Devino figura cimera y empoderada al lograr, en las recién celebradas elecciones presidenciales y congresales del 19 de mayo, 2024, una aprobación importante del electorado. Mediante sufragio este consintió sus propuestas de gobierno, otorgándole, de los 4,365,114 votos válidos emitidos, el 57.44% (2,507,297) junto a los aliados; y como PRM solo: el 48.41% (2,113,100).
El gobierno está instalado sobre una ola de aprobación, legitimidad, confianza y apoyos ciudadanos y de opinión pública que le facilitan llevar a cabo las referidas reformas, en tanto se espera que procure consensos desde la posición del interés nacional dirigente, sin renunciar ni enflaquecer. En el caso de la reforma constitucional en curso, el presidente es el primero que ha reclamado vigilancia social para que nadie quiera venir a hacerse el simpático, proponiendo redacciones que puedan facilitar que ex presidentes ya impedidos constitucionalmente puedan repostularse en el futuro.
De Abinader, el país no espera ni imagina la posibilidad de traiciones.
El apoyo a “poner candado” a la reelección implica impedir que en el futuro alguien pueda gobernar la República Dominicana por más de ocho años, sean consecutivos o no. Esta reforma, como la ha propuesto Abinader, es necesaria para acabar con los caudillismos y mesianismos patrimonialistas. Como ocurrirá con el Presidente, quien ha declarado que saldrá del gobierno en el 2028 para no volver jamás, igual debe ser para los demás que vengan tras él. Como ha reclamado el mandatario, en el texto a inscribirse en la modificación constitucional en marcha ha de quedar claro y sin posibilidad a “interpretaciones leguleyas” —o de ser manipulada por los mañosos disruptivos o entorpecedores del avance del Estado democrático de derecho disfrazados ocasionalmente de “teóricos constitucionalistas”— que alguna persona, gobernante, diputado o senador, puede ni podrá promover, legislar o aprobar modificación alguna a la Constitución o a las leyes de cualquier naturaleza que le beneficien a él o a su partido político en lo inmediato o en el futuro, directa o indirectamente.
De forma práctica significa hacer general y amplio los efectos del espíritu del artículo 140 de la Constitución dominicana del 2015, el cual, bajo el título “Regulación incremento remuneraciones, establece que “Ninguna institución pública o entidad autónoma que maneje fondos públicos establecerá normas o disposiciones tendentes a incrementar la remuneración o beneficios a sus incumbentes o directivos, sino para un período posterior al que fueron electos o designados. La inobservancia de esta disposición será sancionada de conformidad con la ley”.
De manera que el espíritu de lo que el presidente Abinader está proponiendo como “Candado a la reelección” amplia, robustece, y da forma general al espíritu constitucional vigente. Mediante la modificación que promueve el presidente se garantizaría para siempre la verdadera y plena igualdad de todos, para todos y en todo.
Un partido y gobierno que aprendieron la lección peñagomista de “ver más allá de la curva” no soslayan la necesidad de impulsar el país hacia un mejor destino; de protegerse a sí y a sus líderes a futuro mediante la súper vigilancia ética señalada por doña Milagros Ortiz Bosch en el pasado Consejo de Gobierno.
Gobernar, gestionar y legislar para beneficio público es el mejor modo de quedar indemnes y valorados ante la Historia y la sociedad.
El gobierno merece apoyo, exigiendo que así sea el Candado a la reelección que procura el presidente Abinader.