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Umbral

El pospuesto apagón

El Senado de la República y la Cámara de Diputados facilitaron al Parlamento Centroamericano sus salones para que el órgano político del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) realizara su asamblea plenaria, que en este caso sería espacial, en razón de que su traslado desde la sede en Ciudad Guatemala a Santo Domingo tuvo como propósito la juramentación de los diputados dominicanos y panameños que fueron electos en los procesos electorales que se celebraron recientemente en estos países.

El acto comenzó con la presencia de los presidentes de ambos espacios legislativos, quienes se dirigieron al público que no sólo estaba integrado por los diputados de los Estados parte del Parlacen, sino por funcionarios, embajadores acreditados en el país, personalidades de los partidos políticos y otras instituciones. La agenda comenzó a fluir ajustada al orden del día con los protocolos que el momento demandaba, hasta que, en un momento, cuando se votaba la resolución de la comisión de acreditación que autorizaba la toma del juramento, un apagón sorprendió a los asistentes. Los dominicanos en medio de la confusión causada por el evento llamaron a la calma e informaron que en unos minutos el generador de emergencia “entraría”. ¡Así pasó!

Reanudados los trabajos, en pocos minutos, otro apagón detuvo la sesión, pero esta vez, la planta agotada por el exceso de servicio ante los constantes apagones, no pudo entrar. El desconcierto ya no era cuestión exclusiva de los visitantes extranjeros; nadie sabía qué hacer hasta que el director de debates pidió alterar el orden establecido y pasar a la juramentación. Los primeros en ser llamados fueron los panameños que a tientas y con ayuda de los focos de los celulares caminaron hacia el frente del salón para levantar sus manos y tomar posesión de sus cargos en medio de un calor que ya comenzaba a ser sofocante. De pronto un “prendión” permitió que los diputados dominicanos juraran abrazados de la luz, como si la fueran a perder en cualquier momento, lo que provocó la aceleración del proceso hasta alcanzar un estrés de vértigo.

La vergüenza de los dominicanos se dibujada en sus caras, incluso algunos funcionarios del Gobierno no encontraban cómo justificar aquellos episodios engorrosos frente a algunos extranjeros que conocieron el discurso del mandatario en su toma de posesión y recordaban algunos fragmentos en donde éste afirmaba que en la República Dominicana los apagones eran cosas del pasado. Para colmo, al día siguiente, algunos de los parlamentarios ístmicos se encontraron con el editorial del Listín Diario titulado “Apagones en carne viva”, en el que, tras describirse la desesperación que viven los ciudadanos con los constantes apagones a lo largo y ancho del país, advierte sobre el descontento social que están provocando los cortes y el peligro de que la crispación “escale a niveles que comprometa la estabilidad del país”.

Era cuestión de que terminara la campaña para que la realidad del sistema eléctrico aflorara; para que los apagones pospuestos por razones electorales comenzaran a aparecer, pues ya se hacía insostenible el incremento de las pérdidas a un 41%, y un hoyo financiero que a decir de algunos entendidos en el tema es la causa de los apagones que sufrimos y seguiremos sufriendo por largo tiempo, de acuerdo a lo informado por Celso Marranzini, presidente del CUED, quien estima que el sector “está caracterizado por un círculo vicioso de déficit financiero y falta de recursos para la inversión”. La cuestión es que han vuelto los apagones eléctricos, los apagones en los servicios públicos, y comienza a hacerse visible el apagado sistema nervioso central del gobierno.