¡Cuidado con el fénix!

Los 59,336 votos que obtuvo el Dr. Roque Espaillat, candidato del Partido Esperanza Democrática (PED), en los comicios del 19 de mayo pasado podrían parecer irrisorios comparados con el 57% del Partido Revolucionario Moderno (PRM), pero le producirían escalofrío al elector más indiferente si compara el 1.36% del neo trujillista PED con el 0.45% del otrora mayoritario PRD que, en 1962, su candidato Juan Bosch, obtuvo 59% de los sufragios. Sin embargo, ese 1.36 % del PED no es irrisorio. El trujillismo, como el fénix, puede renacer de sus cenizas. Verbigracia la Europa de 1918-33.

 

El discurso de “El cobrador”, como llaman a Roque Espaillat, no tiene nada que envidiarle al de la extrema derecha que se aferra a “combatir” esa debilidad de la democracia; ese argumento lo esgrimió Hitler en 1922 al intentar derrocar la República de Weimar [Alemania] por corrupta. Mientras cumplía condena, dictó a Rudolf Hess “Mein kampf” en donde revive el mito del “ario superior” que le costaría al mundo más de 54 millones de muertos.

 

Liberado anticipadamente retomó las riendas del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSPDA), y terció, en mayo de 1928, en las legislativas alemanas registrando un 2.6 % de los sufragios y logrando 12 escaños en el Reichstag. Occidente no tomaba en serio a los nazi al considerar sus teorías absurdas y desprovistas de sentido; sin embargo los nacionalsocialistas tomaron un impulso tan vertiginoso que en marzo de 1933 obtuvieron 288 escaño en la dieta de Berlín y para “desenmascarar” a Hitler se le dio una “oportunidad” nombrándole canciller de Alemania. No lograron desenmascararlo y esa “oportunidad” le costó a la Humanidad más de cincuenta millones de víctimas civiles y militares incluidos 54 millones de soviéticos, 6 millones de judíos y otras razas “inferiores”.

 

Cuando Horacio Vásquez prolongó su mandato presidencial que terminaba en 1928, Estrella Ureña y, entre otros, Tomás Hernández Franco, esgrimieron también el discurso anticorrupción para allanar el camino al ambicioso brigadier Rafael Trujillo, jefe del ejército, que astutamente aspiraba a la Presidencia. Sólo Bosch vislumbró en 1929 que una dictadura [Trujillo] podía instalarse en la casa de gobierno: “Es innegable”, escribe Bosch en ‘Los dos caminos de la hora’, “que en la Mansión Presidencial se está gestando una tiranía que amenaza al pueblo dominicano.”

 

Como aquella pesadilla del personaje de Monterroso que, “al despertar le sorprendió ver que el dinosaurio ¡seguía ahí!”.

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