El sistema de salud privado en Estados Unidos no es una buena receta

Un estudio de la Universidad de Yale, divulgado en 2022, señaló que más de 335.000 personas murieron en Estados Unidos a causa del COVID-19 debido a que no tenían seguro médico, o el que tenían era insuficiente.

Si la nación norteamericana hubiera tenido un sistema de salud pública universal, gestionado por el gobierno, solo en 2020 se habrían salvado casi 220.000 vidas, según el estudio. En total, desde el inicio de la pandemia hasta marzo de 2022, se habrían salvado 338.594 vidas.

Pero además, desde el ángulo financiero, solo en gastos de hospitalización por el COVID-19 el país se habría ahorrado la cuantiosa cifra de 105.000 millones de dólares.

“Los estadounidenses están perdiendo innecesariamente vidas y dinero –dijo Alison Galvani, directora del Centro de Modelación y Análisis de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Yale y autora del estudio–. Medicare para Todos sería un estímulo económico y una transformación de nuestro sistema de salud que salvaría vidas”.

El sistema de salud en Estados Unidos está en manos de compañías de seguros privadas, que cobran precios elevados a los usuarios para poder cubrir el altísimo costo de la atención médica. Las empresas suelen pagar la mayor parte del seguro de sus empleados, pero aun así estos deben abonar una cantidad mensual y algunos tratamientos no están cubiertos por los seguros, de manera que las personas deben pagarlos de su bolsillo o resignarse a no recibirlos.

Los individuos que no tienen seguro de salud y no son ricos prácticamente no tienen atención médica. Una ley federal de 1985 obliga a los hospitales a estabilizar y tratar a una persona enferma o lesionada que llegue a una sala de emergencia y que no posea un seguro. De todos modos, el hospital tratará de cobrarle la atención recibida. Y los individuos sin seguro no recibirán otro tipo de atención, como medicina preventiva.

El Medicare, el plan de salud pública del gobierno para las personas mayores de 65 años, que también cubre a discapacitados, no cuenta con hospitales propios, ni profesionales de la salud empleados por el gobierno, sino que paga los servicios que prestan los hospitales y las consultas médicas privadas. El Medicare no es en realidad un sistema de salud pública, sino una bolsa de dinero que costea los disparados precios de la atención médica en Estados Unidos.

El senador independiente por el estado de Vermont, Bernie Sanders, que ha aspirado varias veces, sin éxito, a la presidencia de la nación, presentó en 2022 el proyecto de ley 4204, que buscaba la aprobación de la iniciativa Medicare para Todos. Esta iniciativa extendería el Medicare a todos los estadounidenses, de cualquier edad, asegurándoles una cobertura de salud desde el nacimiento. “Un sistema de salud de pagador único sería mucho más eficiente económicamente que nuestra actual estructura fragmentada y ahorraría más de 450.000 millones de dólares al año”, afirmó la doctora Galvani. Si un sistema de salud universal, con el Medicare como pagador único de los servicios médicos, salvaría muchas vidas y además ahorraría mucho dinero, ¿por qué no se aprobó la propuesta del senador Sanders?

El Medicare para Todos no se ha aprobado debido a los intereses económicos particulares que giran en torno a la salud. El propio Sanders lo explicó en el Congreso: “El año pasado [2021], las seis compañías de seguros de salud más grandes de Estados Unidos obtuvieron una ganancia de más de 60.000 millones de dólares. La empresa aseguradora que más ingresos obtuvo fue UnitedHealth Group, que en 2021, en plena pandemia de COVID-19, ganó 24.000 millones de dólares. Pero no se trata solo de las ganancias de las aseguradoras. Los máximos ejecutivos de las 178 principales empresas de atención médica obtuvieron, de manera combinada, una remuneración total de 3.200 millones de dólares en 2020, un 31% más que en 2019”.

Décadas de bombardeo ideológico han llevado a muchos norteamericanos a creer en un dogma falaz: la medicina pública es mala, y la privada es buena. Pero incluso ese argumento discutible no es en realidad válido en este debate, porque Medicare para Todos no crearía un sistema de medicina socializada, como el que existe en muchos países europeos. Las clínicas, los hospitales y las consultas de los médicos seguirían siendo privados; sencillamente, el Medicare pagaría sus servicios, en vez de aseguradoras privadas que, como demostró el estudio de Yale, han elevado el costo del cuidado de la salud a niveles exorbitantes.

Cierto: la aprobación de una iniciativa como Medicare para Todos dejaría a las aseguradoras fuera del juego. Las 900.000 personas que se ganan la vida en esas empresas tendrían que buscar otra ocupación. Pero la precariedad del sistema de salud actual para muchos millones de estadounidenses debe dar lugar a un debate urgente. Estados Unidos tiene que poner en la balanza la estabilidad financiera de menos de un millón de personas y, en el otro platillo, la atención médica garantizada para más de 300 millones. [FIRMAS PRESS]

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