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De la transición Energética y los Hidrocarburos

Para nadie es un secreto, que la asignación pendiente de consolidar la fuente primaria de generación eléctrica transicional a una verdaderamente estable que pueda imperar para el próximo medio siglo es eso y no más, una asignación pendiente.

Descontada la voluntad manifiesta de muchos gobiernos, en donde el que encabeza el Presidente Luis Abinader se destaca por sus logros y su compromiso de impulsar y materializar proyectos de generación a partir de modelos de menor impacto ambiental, lo cierto es que las cuantiosas inversiones que persisten en el paradigma “anterior” de los hidrocarburos y la obvia dependencia que tiene la sociedad actual del “Oro Negro”, hacen que la producción de energía limpia sea no solo rehén de lo precedentemente dicho, sino que de paso permite comprender con mayor claridad aquello de que no hay migración al nuevo arquetipo, sin explotación minera a gran escala de los llamados minerales críticos.

De lo anterior se deriva una conclusión adicional y es la que se erige en torno a que la expectativa de movilización hacia las energías verdes avanza con mayor celeridad que la necesitada capacidad extractiva de los muy codiciados litio, cobalto, niquel y grafito, elementos indispensables hoy en día para la fabricación de baterías, artefactos fundamentales para la implementación de ese nuevo modelo.

En resumidas cuentas, las energías renovables son el presente y futuro del funcionamiento del mundo moderno, pero su expansión se ve limitada por el acceso de minerales para consolidar el parque de almacenamiento energético.

Se trata pues de un encadenamiento logístico que imposibilita el aumento de la capacidad instalada de producción de energía fotovoltaica y eólica sobre todo, al margen de que hoy en día más de tres cuartas partes de los nuevos proyectos de generación eléctrica en todo el mundo caen dentro del espectro renovable.

Lo cierto es que si nuestras industrias mineras no aumentan significativamente la capacidad de exploración y explotación de las denominadas tierras raras, no tardará mucho en que la ralentización se apodere del avance transicional en todo el mundo y que por vías de consecuencia la migración a la sostenibilidad medioambiental anhelada, dolorosamente vuelva a diferirse, todo ello por falta de insumos para desarrollar reservoirs virtuales o eléctricos.

Asimismo, subyace un riesgo adicional consecuencia de la escasez de los metales claves antes mencionados y lo constituye la apreciación en el mercado internacional de los mismos, consecuencia del desfase de la oferta y la demanda y su natural revalorización, lo que a su vez dispararía el Capex de las iniciativas renovables, el plazo de concesión de los proyectos a desarrollar para que la tasa de retorno de los mismos pueda tener sentido financiero, so pena de sacrificar el profit de dichas operaciones. La misma suerte correría la tarifa a aplicar de los Power Purchase Agreement (PPA) que tendría que otorgarse para que fueran viables financieramente dichos modelos y cuya tendencia sería indiscutiblemente al alza.

Para poner en contexto la afirmación que hago, se prevé que para 2040 la demanda de dichos minerales cruciales para hacer posible el nuevo patrón podría ser entre treinta y cincuenta veces mayor que la de hoy día.

Dicho esto, nuestro país debe seguir apostando a la aproximación del deseado net zero sin dejar de robustecer el mercado nacional de los hidrocarburos, sobre todo, en lo concerniente a la calidad y el acceso a precios más competitivos de los derivados del petróleo, a través de contratos mas eficientes y de herramientas financieras de cobertura como son los futuros y las opciones sobre activos subyacentes, que nos darán mayor certidumbre en el mercado doméstico y eventualmente dotarán nuestros gobiernos de mejor visibilidad para proyectar los presupuestos nacionales y los subsidios a ejecutar, en caso de que fueren necesarios.

Lo que parece incontestable es que la industria petrolera a golpe de perforación tradicional o del popular fracking, se mantendrá coexistiendo por décadas con el esquema de avanzada de producción de energía. Por ello, debemos mantenernos a la vanguardia como país y se hace mandatorio el avance simultáneo de los derivados del petróleo al tiempo que de manera masiva se sigan incorporando proyectos de las llamadas eufemísticamente tecnologías verdes.

Y es que aunque pareciera paradójico o contradictorio nada más falso, puesto que si bien es cierto que los combustibles fósiles son recursos finitos y el aire y la radiación solar son ilimitados, no menos cierto es que la metabolización de esta forma de energía con las tecnologías hoy en día disponibles, se consiguen mediante materiales críticos, cuya explotación también es limitada.

A decir verdad no se trata de deseos, es más bien una cuestión de realidades, de circunstancias.