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Dilema de la oposición ante reformas

Parecía un capricho político y repetidas palabras al viento, desoídas hasta por los más cercanos colaboradores. Resultó una consistente convicción que ahora dominicana la agenda política nacional, pese a la resistencia de la oposición: estamos metidos en reforma constitucional.

El presidente Luis Abinader persistió y tuvo la temeridad de colocar los cambios de la Carta Magna por encima del imprescindible y urgente pacto fiscal y otras reformas que eran para ayer, como la reestructuración de la ley de Seguridad Social, laboral, de agua, ámbito eléctrico, entre otras.

El mandatario planteó las reformas al asumir el gobierno en 2020, insistió durante la campaña electoral última y luego de ser declarado ganador de los comicios quiso conversar directamente con los candidatos derrotados.

El mantra de Abinader ha sido la consolidación de la independencia del ministerio público y “candados” constitucionales definitivos para evitar el continuismo presidencial con los permanentes cambios en la forma de elección de los gobernantes.

El político, reiterativo hasta el cansancio sobre su convicción de irse a su casa en 2028, sin importar las circunstancias internas de su partido y la situación nacional, agregó recientemente otras dos reformas que siempre han gustado a la calle: reducción de los diputados y unificación de las elecciones.

Abinader estrenó un método de consulta a través de su canal de WhatsApp en la que preguntaba acerca de sus 4 propuestas, alcanzando una alta aprobación, resultados que mostró en LA Semanal del lunes último, al final de la presentación de la “Propuesta de reforma constitucional: un blindaje a la democracia”.

El mandatario, con juristas invitados al encuentro, explicó por primera la nueva arquitectura constitucional, recibiendo la comprensión de un amplio segmento de la comunidad jurídico, aunque de inmediato hubo señalamientos puntuales sobre algunos elementos sensitivos. Al día siguiente otro grupo de abogados, unos 50, fueron convocados a Palacio para ampliar la socialización y discusión de la propuesta presidencial.

Los togados se han concentrado fundamentalmente en la aspiración de Abinader de que quienes le sucedan estén imposibilitados cambios constitucionales para beneficios continuistas personales, agregando a la parte pétrea de la Carga Magna, que futuras modificaciones “tampoco podrán versar sobre las reglas de elección presidencial establecidas en el artículo 124 de la Constitución”. La pregunta es, pese a las buenas intenciones del político: ¿por qué Abinader puede hacer aprobar determinados cambios, y mandatarios futuros, no? Los que logren mayorías similares tendrán igual poder de mandarria.

En el ambiente jurídico (y nacional) se ha recibido positivamente la expulsión del Procurador en la integración del Consejo Nacional de la Magistratura, aunque la propuesta de que éste órgano lo escoja a sugerencia del presidente de República despierta polémicas. Además, algunos entienden que en la carpintería de reestructuración se afectaría la independencia de los fiscales y ya la asociación que los agrupa ha planteado protestas porque alegadamente estaría en riesgo para permanencia del Consejo Superior del Ministerio Público.

La reducción de la cantidad de diputados en 53, actualmente 190, ha encontrado resistencia en muchos honorables de los diferentes partidos políticos, incluidos del oficial PRM, pese a que Abinader dijo que habría reuniones para consensos y que todavía se escucha su frase: “… so pena…” En la población hubo una ovación.

Los partidos de oposición, pese a su resistencia han sido arrastrados a la discusión y están obligados a participar, debido a que representan a una parte del electorado y a que la fuerza congresual oficial imposibilita detener el conocimiento y aprobación de las reformas. Tienen la posibilidad de influir, con apoyos sectoriales gremiales y de la sociedad civil en modificaciones de fondo.