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El dedo en el gatillo

A fool on the hill

Me gusta mezclarme entre la gente.

Religiosamente recorro los pasillos de Listín Diario. Saludo con respeto porque me es grato compartir mi día a día con tanta  gente valiosa, periodistas o empleados de todo tipo que se ganan la vida con la frente en alto. Saben mi insignificancia personal y, al  igual que ellos, no espero lo que nunca llegará. Pero nos mueve el mismo deseo: servir a los lectores, cumplir con lo que nos toca desde la trinchera escogida.

He dicho alguna vez que respeto todas las profesiones, pero me alejo de la política. En mi caso, no me hace falta una guitarra bullanguera para cantar a viva voz. Me llama la atención el bocadi l lo: “No me defiendas , compadre ” . Y aprendo a dividir los mensajes que me envían como si fueran las piezas de teatro que Lorca no pudo leer en mi pueblo natal, durante su visita a La Habana.

Me encanta hablar en clave. Y con doble vía. Es una de mis formas de expresón para que “ los sabios ” me crean tonto, ingenuo, imbécil. La literatura registra varios textos que obligan al lector a salirse del chato realismo. Uno de ellos lo escribió mi compatriota Samuel Fejioó, tal vez el cubano que más trabajó en silencio para que su pastizal no cayera en el vacío. Su poema “Yerba”, a su manera tan cubana, lo dice todo

“:.. echa tu hojita verde, no importa que un becerro se la coma, echa tu hojita verde, ni que el viento la arranque o el frío la seque, echa tu hojita verde...”

Los hijos no nos pertenecen. Uno los trae al mundo, trata de educarlos y da la vida por ellos. Ya de adultos deben tomar sus propios rumbos. Los hijos van creciendo con sus propias ideas que no siempre colindan con las nuestras. Amarlos y dejarlos llevar la vida que prefieran es nuestra obligación.

Hay una frase machista, horrible y a la vez simpática, que define al hombre mejor que una tesis doctoral: “El ser humano solo necesita dos armas para triunfar: un buen puño y una buena verga”.

Vulgaridad aparte, creo más en la inteligencia de las mujeres que en el puño de los hombres. La verga es algo relativo porque su tamaño no implica mayor o menor al placer.

Y hablando de machismo, me resisto a dar como bueno y válido que alguien salte por encima de sí para enrumbarse con un familiar cercano por quedar varado bajo un árbol. No niego la  importancia para un país de barrer sus casas y el frente de la calle. Todo limpio y ordenado luce mejor, pero muchas veces, se debe buscar apoyo ajeno para evitar la acumulación de desperdicios.

El ciudadano tiene derecho a sentir gustos y preferencias. Piensa y defiende lo suyo, pero sin obligar a los demás a vestirse de payasos.

Cada país debiera respetar más a sus profesionales y no a los que siguen preferencias familiares o de amistad, en busca de una efímera fortuna.

Los hombres no luchan solo por ideas, sino por su bienestar. Es innegable, entendible y respetable porque al final cada quien escarba piedras que le impiden salir de la cueva donde lo han encerrado. Eso no quiere decir que las ideas sirvan de pretexto para alcanzar un bienestar.

Los periodistas convierten en cómplices a los lectores. Jamás los tratan como simples contempladores de rasgos y costumbres que puedan o no ser asimiladas.

Quien critica a un librepensador y lo hostiga con chistes de mala muerte, no sabe que al otro día saldrá otro, y después otro y otro más, y el librepensador cambiará de rostro, pero continuará poniendo en blanco y negro sus puntos de vista, ya bien coincidan o no con él.

No creo en la medalla que  tal vez merecí , porque conozco  mi contexto, y cumplo con sus reglas. Salgo en busca de posturas heroicas para  la felicidad ajena y no en la propias, aunque respeto los emblemas que llenan otros pechos. Allá ellos.

Un escritor cubano acuñó una gran verdad: “No me digas lo que hiciste ayer, sino háblame de lo que estás haciendo hoy”.

Alguien podría echarme en cara determinada inexactitud. Lo que nunca podrán hacer es ponerme en la picota pública por algo en que no esté de acuerdo.

Sé que alguna vez seré ceniza, y la gente hablará de mi como algo que pudo haber sido. Mi familia me sabrá respetar, aun después de muerto. Lo que hice, lo que haré es de mi absoluta responsabilidad.No vivo de desaventuranzas, ni de racimos de plátanos colgados. Nunca mis compañeros de trabajo recibirán mi infidelidad ni que he llenado el diario de mentiras, leyendo libros llenos de proverbios cuestionables, y recibiendo a cada rato sobrecitos repletos de imperfecciones que para algunos son importantes para comprar el mundo y pintarlo de un color.

Siempre las auras van en busca de pájaros hambrientos. Pero no soy pasto de auras. He aprendido a que la lluvia que cae sobre mi cabeza ruede por mis cabellos como símbolo del riachuelo que salta por encima de mi cuerpo en forma de temporarles.

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