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Un monumento nacional

Si hay algo de que Juan Bosch no pudo disfrutar desde su regreso a Santo Domingo en 1961 fue de una verdadera vida familiar y privada. Sus propios correligionarios, admiradores y amigos no se lo permitieron ni Bosch les puso límites; su familia pagó la factura. Siempre recuerdo aquella víspera de las presidenciales de mayo de 1986 cuando doña Carmen Quidiello de Bosch quien, además de inteligente y cultivada, se distinguía por su agudo sentido de la observación, exclamó, controlando la exasperación, pero sin disimular la vehemencia: “¡creo que me he casado con un monumento nacional!”. No exageraba.

En 1943 cuando Juan Bosch y Carmen Quidiello contrajeron matrimonio apadrinados por los padres de la desposada, y, como testigos del novio, el poeta Nicolás Guillén y la filósofa María Zambrano. Ese 30 de junio Juan Bosch celebraba el 34 aniversario de su nacimiento; ese día Carmen Quidiello sólo sabía que su marido era uno de los tantos exiliados dominicano, aunque hijo de españoles, visitador a médico, divorciado y padre de dos hijos; también escritor de cuentos y novelista e igualmente uno de los principales dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la organización política más importante del exilio antitrujillista dominicano.

Pero Carmen Quidiello estaba destinada a compartir la vida del político dominicano más importante del exilio antitrujillista, años sembrados de imprevistos, de sobresaltos, de dificultades económicas, de múltiples exilios hasta y después del ajusticiamiento de Trujillo en mayo de 1961.

Hasta el regreso a República Dominicana el 20 de octubre de 1961, doña Carmen siempre fue consciente de que Bosch podía ser capaz de sacrificar no sólo su vida familiar sino también su brillante carrera literaria en favor de la política. Su obra literaria le había colocado entre los mejores cuentistas de la América hispánica. Pero la política, según dijo al publicar “El PLD, un partido nuevo en América”, suerte de autobiografía política, El PLD es, sin duda, “mi obra, incluida la literaria, más importante.”

Doña Carmen Quidiello viuda Bosch, sobrevivió a su marido por espacio de 18 años y pudo verificar aquella predicción de 1986 al decir que se había casado con un ¡Monumento nacional! Desde su muerte el 1 de noviembre de 2001, no tardaron los homenajes: ¡puentes, hospitales, avenidas, aeropuerto, escuelas, liceos e incluso una ciudad Juan Bosch! Cuántos homenajes para un hombre que solía decirme: “¡Cuando muera ni yo recordaré que estaba vivo!”