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Tribuna del Atlántico

La reforma

En el sepelio de mi madre, al pronunciar el panegírico, reflexionaba sobre la razón de ser de la oración fúnebre, ya que lo usual es que un sacerdote, un pastor, rabino o un representante de la religión del finado o de sus familiares, haga las oraciones de lugar.

La razón primordial, desde nuestro punto de vista es, porque el familiar o el amigo, al conocer los pormenores de la vida del fallecido, puede dar el testimonio sobre su vida y exaltar sus virtudes, a diferencia de la oración del oficiante, centrada en la tradición de la religión.

Ahora que el presidente, Luis Abinader ha presentado en La Semanal, los pormenores de su propuesta de reforma constitucional, habrá quien piense que el espacio es exclusivo para las opiniones de expertos constitucionales. Pero como la Constitución nos atañe a todos y, sobre ella y sus posibles modificaciones, hay, tantos aspectos que analizar como dominicanos en la isla, me permito estas reflexiones.

El presidente ha comenzado bien, al despejar toda duda sobre el propósito de la reforma, ya que en uno de los párrafos transitorios, queda claro que no pretende que se legisle en su beneficio.

A menos que, algún desorejado, haga caso omiso del, “so pena”, que artículo el jefe del Estado, en La Semanal.

Los argumentos generales a mí me siguen pareciendo insuficientes para una reforma constitucional, ninguno comporta, la necesidad imperiosa de su puesta en marcha.

Hay que reconocer, sin embargo, que la propuesta del mandatario, ha tomado en cuenta, no sólo el parecer de los juristas de su litoral, sino también la de asesores políticos y mercadólogos, porque lo de reducir el número de diputados, es una iniciativa que concitará el aplauso de la población, con la sola excepción de los posibles afectados.

Que el congreso nos cuesta mucho es, “verdad sabida”, que allí converge mucha gente sin las condiciones mínimas para la representación popular, también lo es.

Uno de los aspectos centrales de la propuesta del presidente es, sobre la mentada independencia del Ministerio Público y la forma de escoger al procurador general de la República. Al transferir esa decisión al Consejo Nacional de la Magistratura, CNM, se da la impresión, de mayor independencia, la decisión será competencia del órgano colegiado.

Pero recuerden ustedes, que, el presidente suele tener mayoría en ese organismo y que en general, allí, se le complace.

Sobre la apoliticidad de los que sean propuestos, habrá siempre mucha tela por donde cortar, aquí hemos tenido dirigentes políticos que, vestidos de procuradores han actuado con responsabilidad, pulcritud y decencia, así como dirigentes políticos que al asumir la posición de jueces, han demostrado con creces sus condiciones.

Milton Ray Guevara, luego de ser, embajador, ministro y senador, por una agrupación política, nos acaba de dar cátedras de decencia, responsabilidad y luces, desde el Tribunal Constitucional. La fiebre no está en la sabana, sino en las condiciones de la persona.

No sería ocioso recordar, sin ánimos de ser abogado del diablo, que Brasil instituyó lo del fiscal independiente en el proceso de transición política luego de la dictadura militar, esa institución, necesaria en ese contexto político, provocó en su momento la caída de Collor de Melo, vinculado a presuntos actos de corrupción, andando el tiempo, también la caída de Dilma Rouseff, que aún nadie ha explicado bien y la prisión de Lula, que ha vuelto al poder con el favor popular.

Queda, en el fondo, la ligera impresión, que más que la convicción política del partido gobernante, lo del procurador independiente, es un imperativo de poderes externos, “desde el punto de vista, de la vista mía”.

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