MIRANDO POR EL RETROVISOR
La superficialidad en el trato
En junio realicé por vía telefónica una reclamación por elevada facturación a la compañía distribuidora de electricidad que brinda el servicio donde resido. Me tomaron los datos, con la sugerencia de que llamara en 10 días laborables para una respuesta. Así lo hice, pero aquí surgió el primer inconveniente.
Paradójicamente, aunque hice la reclamación por teléfono, la respuesta no podía recibirla por la misma vía. Me dieron dos opciones: A través de Whatsapp o ir personalmente a una oficina de la distribuidora. Opté por la primera, debido a la conveniencia de hacerlo desde la casa, sin la pérdida de tiempo que implican los tapones en las vías de la capital.
El sistema de mensajería me pidió los números de contrato y de reclamación. Y ahí comenzó la espera. Realizaba otras tareas mientras chequeaba constantemente en el celular para verificar cuándo me respondería el interlocutor al otro lado de la línea. Y que creen, tras 20 minutos, el sistema me informó que mi tiempo de espera se había agotado, sin ninguna respuesta, y que lo intentara otra vez.
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