La desinformación: “Una amenaza global que afecta el estado de bienestar”

La desinformación no es un fenómeno nuevo en el mundo, es inherente al ser humano, y se manifiesta desde el inicio de la humanidad. Un ejemplo, es el hecho de los 10 mandamientos de Moisés, donde se muestra la primera preocupación para detener este mal social que afecta la conducta humana, se estableció que no se levantará falso testimonio y mentiras contra tu prójimo.

A través de la desinformación se canaliza el comportamiento del hombre, impactando los aspectos psíquicos y emocionales, para lograr la manipulación y dirigirla a ciertos intereses.

Todas las grandes tragedias de la humanidad han sido sobre la base de la desinformación, la propaganda, la doctrina y la manipulación. Por lo tanto, la pregunta que todos debemos hacernos es, ¿qué es lo nuevo de la desinformación en el siglo XXI? El Foro Económico de Davos la posiciona como la primera amenaza que afecta el orden económico, político y social, y se constituye en el principal riesgo de polarización de la humanidad, perturbando la paz mundial.

Hoy en día, no existen los conflictos bélicos que teníamos en el pasado, ya que el Internet se ha convertido en el nuevo escenario geoestratégico y tecnológico, por la lucha de la hegemonía global.

Tenemos un nuevo teatro de operaciones que es el ciberespacio, y ahora surge la ciberguerra. De acuerdo con el último informe de DataReportal existen 8.08 billones de habitantes, de los que 5.35 billones, que representa un 66%, tienen acceso al Internet, esto significa que a través de la red se encuentra la población más grande del mundo.

La desinformación tiene un nuevo ecosistema digital, que le permite una propagación a una velocidad de forma inimaginable, a esto se le agrega la individualización de la información, puesto que el 96.5% de los usuarios accede al Internet a través de un móvil, conectados con un promedio de 6.40 horas al día, convirtiéndose en una forma deliberada de desinformar y manipular a gran escala.

Este capitalismo digital provoca una dependencia a los dispositivos electrónicos generados por el neurotransmisor de la dopamina, y se masifica con el uso de las redes sociales, ya que 5.04 billones de personas poseen cuentas, representando el 62.37% de la población mundial, con un crecimiento exponencial anual de 5.6%, que equivale a 266 millones de nuevos usuarios.

Desde la llegada de la imprenta, la radio y la televisión ha existido la pos verdad y las noticias falsas, y ahora se han añadido los New feeds y deep fakes. Este último a través de la Inteligencia Artificial es capaz de usurpar voces, así como vídeos falsos con la imagen y la voz de una persona.

La revolución de la sociedad de la información es el gran engaño, procura obtener nuestro patrón de conducta, de gustos y deseos, y nos constituimos en producto, en el nuevo campo de batalla que es el Internet, para lograr la manipulación.

La supuesta democratización y libertad de expresión están transgrediendo la privacidad e intimidad de las personas, y a esto se refiere la profesora en mérito de la Universidad de Harvard, Shoshana Zuboff, en su libro “La Era del Capitalismo de la Vigilancia” que afirma cómo estas grandes corporaciones tecnológicas dominan el mundo, y colocan en vulnerabilidad a los Estados frente a esta realidad digital, obteniendo a través de la supuesta libertad de expresión, y democratización de la información rentabilidad y control social, violando un principio universal que es la privacidad.

Ahora, la Big Data e Inteligencia Artificial combinadas con la desinformación vienen a fortalecer el control político, social y económico, e imponen la censura, cuando así lo decidan. Asimismo, representan una amenaza para la paz social y un desafío para los países en torno a su regulación, sin afectar el Estado Social, Democrático y de Derecho.

En consecuencia, el Capitalismo Digital pone en peligro uno de los derechos vitales para los sistemas democráticos que es la libertad de expresión y de información. Al mismo tiempo, transgrede el derecho a la privacidad e intimidad.