Decencia al frente de los poderes públicos

De tanto “cualquierizar” las instituciones públicas del país, los ciudadanos decentes se van cansando en masa, asumen con dejadez el derecho al voto para escoger autoridades y hasta cesan de reclamar honestidad, decencia y consagración en las funciones del Estado.

En la medida en que el tigueraje político se ha abierto espacio en los partidos, los ciudadanos que viven y actúan de forma decorosa, se apartan, ceden el espacio y por ahí se impone la mediocridad con toda la carga de sus groserías a cuestas.

Nunca olvido una sentencia que escuché de boca del sociólogo Frank Marino Hernández, hace 50 años, durante una conferencia que dictó a salón lleno en el Palacio Municipal de San José de Ocoa.

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