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Enfoque

Reglas residuales

La mayoría de las personas no conoce todo lo que tienen en sus computadoras. Pueden, evidentemente, estar afectados sin saberlo por virus informáticos de diferentes clases y grados de peligrosidad, algunos de ellos extrayendo informaciones, monitoreando las transacciones o esperando el momento apropiado para hacer sentir su presencia.

Pero a pesar de la importancia que pueden tener esos intrusos no detectados y amenazantes, no es a ellos a los que nos referimos en esta ocasión. De lo que se trata es de archivos, aplicaciones y códigos remanentes acumulados a lo largo del tiempo, sepultados en el olvido, o superficialmente invisibles para los usuarios. Se quedan allí y en apariencia no causan problemas, salvo quizás una menor rapidez en la operación de los equipos. Y aunque hay programas diseñados para ubicarlos y eliminarlos, su empleo es a veces contraproducente, en la medida en que puedan incidir sobre el funcionamiento de otros programas, o borren también otros archivos que hubiésemos deseado conservar.

Trasladándonos a la esfera económica, es notable el parecido que existe entre esos remanentes informáticos y las disposiciones legales y reglamentarias que inciden sobre las actividades productivas. Año tras año se van dictando disposiciones que se aplican sólo parcialmente o no se aplican en absoluto. Algunas son tan ilógicas que resulta mejor suspender su ejecución por tiempo indefinido. En muchos casos, los legisladores y reguladores mantienen un registro actualizado de secuencias de disposiciones, esforzándose por tenerlas en cuenta al momento de suprimirlas o introducirles modificaciones, pero en otras ocasiones recurren a decir que quedan derogadas todas aquellas que sean contrarias a la nueva disposición, dejando sin precisar cuáles son ellas.

La acumulación de reglas residuales es una característica común tanto en países desarrollados como subdesarrollados. Por lo regular no son motivo de preocupación salvo cuando tocan intereses económicos, como es el caso de las asignaciones presupuestarias que no se llegan a cumplir. Y, quizás sorprendentemente, ocurren también en las empresas, donde se acumulan resoluciones de sus directorios que no se aplican, o son contradictorias entre sí.

En algunas empresas, la existencia de esas reglas se combina con inconsistencias entre la forma en que las operaciones se llevan a cabo y las disposiciones estatutarias, en materia de atribuciones jerárquicas, procedimientos, responsabilidades y delimitación de funciones. Es común, sin embargo, reaccionar ante tales divergencias sólo cuando ellas se convierten en un problema.

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