Honran a Feris Iglesias
Reconocer virtud, valor y dignidad en los otros resulta imposible para algunos.
El grande José Martí, luz en las sombras latinoamericanas, afirmó al respecto: “Honrar honra”.
Las personas y sus actos son comprensibles y valorables desde la máxima de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Cada ser actúa acicateado por determinantes: factores económicos y psicosociales. Su torbellino y frenesí engullen sus días, presentándole opciones concretas. Así, algunos carentes de fortuna abandonan sus vocaciones científicas y artísticas para procurarse dignidad y sustento; otros, adinerados y dichosos, obvian dinero y fortuna para dedicar energías y esfuerzos a las ciencias y a las artes. ¡“Azar” contra vocación!
En este último caso incluimos al doctor Jesús Feris Iglesias: prominente médico-científico, superintendente de Salud y Riesgos Laborales en Sisalril. Ayer el Senado dominicano le reconoció “Por su destacada trayectoria académica y profesional…”.
Dicho así parecería bien aunque no sea exacto: No describe la calidad profesional y humana de este médico, pediatra e infectólogo.
Dicho así, imposibilita saber que por sus esfuerzos y colaboración la Meningitis fue erradicada del territorio; que participó en y condujo experimentos y estudios clínicos —en el país, junto a los Centros de Control de Enfermedades Infecciosas (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos y otras instituciones regulatorias, académicas y de investigación dominicanas, estadounidenses y japonesas— que permitieron mejorar terapias contra enfermedades infecciones e, incluso, desarrollar una vacuna contra las diferentes enfermedades que el “Haemophilus influenzae” ocasiona. Entre estas cuentan —además de la Meningitis— la epiglotitis, neumonía, sepsis y otras menos graves.
Cualquier país se honra cuando alguno de sus profesionales de la salud, investigares y docentes logra aportar a las ciencias y desarrollar recursos terapéuticos que, curando, incrementan el bienestar de los pacientes, en este caso, alrededor del mundo.
Los apellidos del doctor Jesús Feris Iglesias se inscriben en una familia de emprendedores. En los colmados nacionales pusieron, en los años de nuestra adolescencia, jabones para la higiene. Veíamos los spot de televisión de sus diferentes actividades industriosas, todas en aquel su San Pedro de Macorís natal que desde 1916-24 devino pujante, febril y desarrollista.
La riqueza familiar, sin embargo, no modeló el carácter de este hombre humilde, como le reconocieron en el acto, ayer.
Al agradecer la distinción, Jesús Feris Iglesias declaró el origen social de su filosófica emotividad humanista: “…me crié en el mismo corazón de Macorís del Mar. Tierra de ingenios azucareros cuya población, en su mayoría, era y es de obreros agrícolas e industriales”.
Por ello supo, “desde muy pequeño lo que era la pobreza y los sufrimientos de los más necesitados”. En la escuela pública petromacorisana a la que asistió fue “socializado”, junto a compañeros de estudios, “por los mismos profesores en un ambiente de camaradería provinciana, razón por la cual compartí sus mismos sueños, muchas de sus penurias y ciertas fantasías de la adolescencia”.
Escucharlo nos regresa a José Martí: “Con los pobres de la tierra | quiero yo mi suerte echar: | El arroyo de la sierra | Me complace más que el mar”.