VIVENCIAS

La sonrisa

Citaba en un artículo anterior a María Zambrano Alarcón intelectual, filósofa y ensayista española, sobre El payaso y la filosofía, destacando algunos secretos de la condición humana, de una tradición.

No es cualquiera el que saca la risa, no es con vulgaridades que puede lograrse que brote la sonrisa colectiva, pues esta, es lo más “delicado de la expresión humana, que florece de preferencia en la intimidad, y aun a solas; comentario silencioso de los discretos, arma de los tímidos y expresión de las verdades que, por tan hondas o entrañables, no pueden decirse”.

Zambrano Alarcón, cita magistralmente cuando Cristo se oyó interrogar de Pilatos en aquel proceso paradigmático: ¿Qué es la verdad?, calló y.… sonrió, lo hizo como prólogo a la lapidaria contestación en el episodio de la mujer adúltera. Agrega, y cuántos procesados humanos no tienen sino callar y sonreír en el punto de la verdad, de la verdad, sin más, que habría de confundir al que procesa.

La sonrisa, como la expresión que apenas aflora el silencio, y se guarda, como el silencio, ante las verdades demasiado reveladoras. Tal como hacía el Charlot de Chaplin logrando ese clima de meditación, esa sonrisa que nace del silencio, donde hay un clima de meditación, de reconocimiento de verdades íntimas, donde nace la sonrisa, y hay el encanto, y el sentir halagado una zona de nuestro ser que apenas vive y reposa la sonrisa de vendetta lograda. Porque siempre hay venganza en la sonrisa, una venganza sutil, y cuando es una multitud la que sonríe, debe de ser, porque se siente vengada en forma pacífica, armoniosa, de algo que soporta, pero que disfruta.