Francia se asustó

Durante la Segunda Guerra mundial, más de 50 millones de soviéticos fueron víctimas de la locura supremacista e imperialista de Hitler y comparsa; Francia no tuvo semejante número de muertos, pero fue ocupada de 1940 a 1944 y, como dijo De Gaulle al entrar en París el 25 de agosto de 1944: “¡Ultrajada, humillada! y ¡Liberada!” Tenía razón, nunca la milenaria Galia de la Antigüedad, había sido tan humillada ni ultrajada como lo fue durante la Segunda Guerra Mundial. La Francia contemporánea no ha olvidado ese episodio de su historia.

Hay quienes dicen que la “memoria colectiva” no es más que una atractiva figura de retórica; pero hoy a casi 80 años de la derrota del nazismo en 1945, en la Francia contemporánea no han olvidado que, durante la ocupación, Alemania le impuso a Francia, cuna del principio de la igualdad entre los hombres, sus absurdas ideas de una mitológica raza “aria” superior y que los judíos eran una “etnia” impura que había que hacer desaparecer del planeta.

Durante la Ocupación, en Francia se prohibió que extranjeros pudieran ejercer la medicina, la odontología, trabajar en la administración pública e incluso circular libremente y, como si no fuera suficiente, deportó judíos a los campos de exterminio de Dachau y Buchenwald.

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