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Francia se asustó

Durante la Segunda Guerra mundial, más de 50 millones de soviéticos fueron víctimas de la locura supremacista e imperialista de Hitler y comparsa; Francia no tuvo semejante número de muertos, pero fue ocupada de 1940 a 1944 y, como dijo De Gaulle al entrar en París el 25 de agosto de 1944: “¡Ultrajada, humillada! y ¡Liberada!” Tenía razón, nunca la milenaria Galia de la Antigüedad, había sido tan humillada ni ultrajada como lo fue durante la Segunda Guerra Mundial. La Francia contemporánea no ha olvidado ese episodio de su historia.

Hay quienes dicen que la “memoria colectiva” no es más que una atractiva figura de retórica; pero hoy a casi 80 años de la derrota del nazismo en 1945, en la Francia contemporánea no han olvidado que, durante la ocupación, Alemania le impuso a Francia, cuna del principio de la igualdad entre los hombres, sus absurdas ideas de una mitológica raza “aria” superior y que los judíos eran una “etnia” impura que había que hacer desaparecer del planeta.

Durante la Ocupación, en Francia se prohibió que extranjeros pudieran ejercer la medicina, la odontología, trabajar en la administración pública e incluso circular libremente y, como si no fuera suficiente, deportó judíos a los campos de exterminio de Dachau y Buchenwald.

Las imágenes de los años de la ocupación nazi en Francia surgieron del pasado con el resultado de la primera vuelta de las legislativas del 30 junio de 2024. Pero, dicen, el lobo sigue siendo lobo aunque se disfrace de cordero. Al neofascista Reagrupamiento Nacional (RN), se le fue la lengua y proclamó a diestra y siniestra que, de obtener mayoría absoluta, tomarían medidas contra los binacionales, a quienes les vedarían ciertos cargos estratégicos. El pasado los derrotó.

El Gobierno de Vichy, como el de Hitler en Alemania, prohibió que extranjeros y judíos, de origen o confesión, trabajaren en el Estado o ejercieren una actividad artística en Francia. El elector francés al escuchar a los dirigentes del RN se asustó y en la segunda ronda electoral del 7 de julio pasado, rechazó entregarle el poder al Reagrupamiento Nacional consciente de que la extrema derecha es una espada de Damocles que amenaza a Francia de manera recurrente; recordó también que, como la pesadilla del personaje de Monterroso, al despertar el dragón podría, además de seguir ahí, desconocer el emblema de Francia: “¡igualdad, libertad y fraternidad!”.