QUO VADIS
El Concordato
Cuándo el 14 de junio de 1954 el crucero de la armada española “Miguel de Cervantes” atracaba en el puerto de Nápoles, Italia, llevaba a bordo a un distinguido pasajero: Rafael Leónidas Trujillo.
En ese buque le acompañaba una comisión integrada por el entonces canciller Joaquín Balaguer, Anselmo Paulino y los Coroneles Arturo Espaillat y Pedro B. Trujillo, el capitán Fernando Sánchez y el señor Atilano Vicini.
La llegada de Trujillo a Italia, quien había permanecido 12 días en visita oficial en España, era con el único propósito de visitar el Vaticano y firmar el Concordato entre la Iglesia Católica y la República Dominicana.
Al otro día, el 15 de junio, en el Palacio del Vaticano, fue la firma del Concordato entre Trujillo y el prosecretario de Estado del Vaticano para Asuntos Extranjeros, monseñor Doménico Tardini.
Los Concordatos son tratados internacionales suscritos entre el Vaticano y los Estados. El primer Concordato data del año 1122, entre el papa Calixto II y el emperador alemán Enrique V.
En el Concordato con el Estado Dominicano se reconoce la personalidad jurídica internacional de la Santa Sede. Pero también dispone que se tendrá embajador dominicano en el Vaticano y un nuncio apostólico en Santo Domingo. “Este será el decano del Cuerpo Diplomático”.
En el Concordato vigente se establece que el Estado sostiene económicamente al obispo, la curia diocesana, al seminario y a los sacerdotes parroquiales. Asimismo, asume la protección de la iglesia y reconoce la religión católica como religión oficial.
Ese Concordato fue el segundo que entró en vigencia entre una nación de América y el Vaticano. El otro era el que regía las relaciones de la Santa Sede con Haití.Después de la firma, Trujillo fue recibido por el papa Pío XII en su estudio del Palacio Vaticano, quien estaba padeciendo severos problemas estomacales y diagnosticado por "intoxicación por ácido crómico" causada por la pasta de dientes. Trujillo fue el primer visitante que recibió su Santidad luego de su reposo por salud.
El papa le otorgó al dictador la Gran Cruz de la Orden del Papa Pío IX. Esta condecoración fue establecida el 17 de junio de 1847. La orden es concedida para premiar actuaciones nobles y sobresalientes en pro de la Iglesia y la sociedad.
Antes de regresar a España, para continuar su periplo, Trujillo visitó la Basílica de San Pedro y dicen que oró por el pueblo dominicano.
Pero en todo el viaje Trujillo comentaba que no le había gustado ni el color ni el olor de Pio XII, quien cuatro años después, el 9 de octubre de 1958, moría producto de las mismas dolencias.
Pero el final de Pio XII fue aterrador resultado de un mal embalsamiento, cuando se disponían a trasladarlo a el Vaticano, la descomposición fue tal que dentro del ataúd hubo un estruendo y salió un pestilente olor, producto de la explosión de la cavidad torácica del Papa.
Al enterarse Trujillo solo expresó: “Yo sabía, tenía un olor a muerto”.