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Salud mental en tiempos de IA

Un estudio realizado por IQVIA en alianza con Janssen, empresa farmacéutica de Johnson & Johnson, bajo el título “Impacto de la salud mental en el sistema de salud dominicano” y publicado en medios locales, señala que a la población más joven le embarga una especie de pandemia de trastornos mentales.

Según la nota de prensa “República Dominicana se encuentra dentro de los 10 países de la Región de las Américas con mayor carga en trastornos mentales y ocupa el primer puesto entre los países de Centroamérica y el Caribe, según la tasa de AVADs (años de vida ajustados a discapacidad) por 100,000 personas”. El estudio realizado con la participación de médicos tratantes y líderes de opinión, pone en evidencia que cerca del 20% de la población dominicana padece de algún trastorno mental, siendo el trastorno depresivo mayor, la ansiedad, el trastorno bipolar y la esquizofrenia los de mayor prevalencia.

El estudio también señala que el desconocimiento generalizado sobre los trastornos de salud mental se constituye en un factor que incide en el aumento de la estigmatización, la consulta tardía, la ausencia de diagnósticos y la asignación del tratamiento adecuado. Pone en evidencia la baja inversión del presupuesto nacional asignada a la salud mental (menos del 1%) y, de ahí, el difícil acceso a la atención, la falta de recursos humanos como de infraestructura, lo que incide en la atención de pacientes con trastornos mentales.

Debería llamar la atención, según el estudio, que la esquizofrenia (una deficiencia o alteración en la percepción de la realidad), representa el 23% de las consultas psiquiátricas en el sistema de atención pública y que afecta de manera especial a los jóvenes entre los 18 y 29 años (48%) y adultos mayores entre los 30 y 49 años (29%).

Todo hace pensar que la pandemia provocada desde el 2020 por el coronavirus y sus secuelas, sobre todo el encierro y las incertidumbres que reinaron en el panorama, nos han impactado de tal forma que sacaron de nosotros trastornos neuróticos y emocionales acumulados y que se han ido esparciendo en la población dominicana.

Es indiscutible que la calidad de vida se ha visto afectada en todos los órdenes. Una sociedad del cansancio, como titula Byung-Chul Han una de sus obras, nos conduce hacia el agotamiento, el Prometeo cansado, devorado por su propio ego, haciéndose víctima y verdugo a sí mismo. Autoexplorándose y autocoercionándose.

Byung-Chul Han plantea que la sociedad del siglo XXI ha sido definida como la sociedad de rendimiento, en que vivimos saturados de nosotros mismos, asumiendo interminables jornadas de trabajo para responder con las auto exigencias impuestas a sí mismos como condición para el buen vivir y el buen consumir. Es el mundo que hemos ido construyendo y que tecnológicamente nos agobia y nos enferma llegando hasta el suicidio, al perder en el horizonte el sentido de la vida, como revela la novela de ficción de Cixin Liu titulada El problema de los tres cuerpos, y que ha recibido más de diez premios internacionales.

Byunh-Chul Han lo plantearía como el agotamiento del alma y con ello, la pérdida incluso de la fuerza y la importancia de la vida en comunidad, del disfrute del encuentro con el otro, viviendo a solas el cansancio auto impuesto, lo que se constituye en una violenta y peligrosa situación de riesgo para la vida.

No por otra razón, termina diciendo que lo que impera en nuestra sociedad y la caracteriza es la enfermedad mental: la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad o el síndrome de desgaste ocupacional.

De darle solo cabida a un ego abrumador que no se detiene nunca y que en ocasiones no es más que un autoengaño a nosotros mismos. Así, vivir la vida a la velocidad del clic y la respuesta inmediata no es más que echar a un lado el valor del ocio productivo, de la contemplación de la vida y de la propia naturaleza que nos cobija.

De disfrutar los encuentros y los abrazos con quienes nos unen lazos de amor, cariño y solidaridad. De generar un modo de vida sustentado en la compasión y la bondad; los deseos y sueños compartidos; como las alegrías y también las penas. Es recobrar lo que nos hizo y nos hace aún humanos: el encuentro con el otro.

El autor es profesor

titular de INTEC

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