El dedo en el gatillo
Yo viviré prosaicamente
Nadie es eterno. Siempre alguien nos esperan con las botas puestas para un paseíto galante por el lugar donde viven los resucitados: Almas rodantes o memorias hechas cenizas, para celebrar la fiesta.
Los que nacen al revés, tienen el poder para ver el mundo al revés. Pero solo algunos. Podrán andar desmemoriados, despojar al inocente de su único ropaje, pero nunca manipularán la voluntad del sueño. Ni de amar cada vez más el lugar donde fueron felices.
Amo todo lo que soy. En la guerra y en la paz ando sin uniforme aunque llevo dos pistolas: una en la memoria y la otra en mi lengua. Las llevo conmigo tanto en días como en noches donde aparezco disfrazado de rufián, entrando y saliendo a viva voz por contornos poco conocidos. Es algo poético. Lleno de imágenes profanas. Y así lo asumo. No me puedo quitar de la cabeza ese sonido metafórico sin advertir que detrás de mis palabras resuenan otras y otras hasta formar el anhelo de la espera. Soy dichoso por haber dado la mano a tanta gente buena que no debió quedar reducida a la polvareda que alguna vez seré.
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