Presa de egos y discurso de Danilo Medina
El PLD, en aprestos actuales de su congreso, sigue luciendo entrampado – o atrapado- en los egoísmos y el discurso poco alentador y nada unificador de su presidente, Danilo Medina.
Aun cuando este vendiera optimismo y sobrestimara reales posibilidades de la organización en las urnas, el solo hecho de proclamar que:” lo que pase en noviembre sería la antesala de la que ocurra en mayo” le abría una puerta al oficialismo y torpedeaba la alianza parcial aceptada a regañadientes con el resto de la oposición y que, por demás, llegó a definirla como “rara”.
Sin un acuerdo en firme y sincero en primera vuelta, con un candidato único a la presidencia, una oposición con intereses particulares tan marcados difícilmente podría enfrentar con éxito la capacidad logística que exhibía el gobierno.
Perdido en lo claro o jugando al olvido, Medina pasó por alto que, por experiencia, un partido que sale del poder muy cuestionado y con imagen maltrecha necesitaría más de cuatro años – o quién sabe- para recomponerse y volver a ofertarse como opción electoral.
Mucho más, cuando de ese partido no sale una autocrítica ni una disculpa pública al país, mientras se apresuró en calificar de “persecución política” acciones del Ministerio Público contra altos funcionarios del pasado gobierno morado a los que les atribuye responsabilidad en graves actos de corrupción llevados a la justicia.
Por eso - y desdiciendo a Danilo, que afirma que:” el PLD sigue siendo el partido del futuro” (¿)-, la crítica de Carlos Amarante a la dirección política del PLD por “el silencio que guarda, a pesar de que funcionarios del gobierno de Medina confesaron hechos y devuelven dinero distraído del Estado”.
Si Danilo es la traba para la recomposición y renovación de liderazgo que precisa el PLD, debía ser proclamado presidente ad vitan y echarse (o echarlo) a un lado para una mejor suerte de la organización fundada por Bosch.
Pero, por el contrario, el hombre pide “echar a un lado a todas las ratas que han estado traicionando al PLD desde adentro”.
No suelta prenda sobre a quién va esa indirecta ni lo que diría el excandidato Abel Martinez, a quien la cúpula, acostumbrada a jugar con cartas marcadas, dejó casi solo con el peso de la candidatura presidencial, y ahora le quieren achacar la culpa del10 % en las urnas. ¿De qué lado vino la traición, entonces?