EL BULEVAR DE LA VIDA
El periodismo atrapado en el laberinto de unos labios
El prestigioso informe Digital News Report del año 2024 lo anuncia, y el decano de nuestros directores de diarios, Miguel Franjul Bucarelly, lo advierte: el periodismo está en apuros.
El asunto viene de lejos y tiene que ver con el surgimiento de la sociedad de la información, caracterizada por el uso abundante de tecnologías en la mayoría de sus actividades. Una sociedad que, como explica Castells (La Era de la información 2006) tiene su origen en la revolución de la tecnología informativa, las crisis políticas de los años 60 que reconfiguraron el capitalismo, y los movimientos sociales relacionados con los derechos humanos.
Posteriormente, en 2020, llegaría el Covid y transformaría la vida en el planeta, acelerando esa revolución, propiciando el desarrollo de las redes sociales y las plataformas digitales que golpearon el modelo de negocios en que se sustentaban los diarios, afectando el periodismo profesional en su rentabilidad, lectoría, proyección, influencia, que es justo y lo que han venido a reconfirmar este reporte.
¿Qué puede hacer el periodismo ante tal desafío? Uno lo advirtió hace mil años: El periodismo que viene será literario o no será. Entendido esto del periodismo literario, como aquel que prioriza lo humano sobre las estadísticas, el que, bien escrito, se nutre de elementos literarios y conecta con las emociones y los intereses de la gente, con énfasis en el contexto, en el porqué de un hecho para saber a quién beneficia o perjudica.
Es el periodismo atrapado en sus laberintos porque no puede competir con el diabólico atractivo de la banalidad, vulgaridad, pornografía, destape y desvergüenza de lo que he llamado la comunicación coprológica.
Lo que sigue, parece una broma de mi peor ironía, pero no. Y es que, cómo puede competir el mejor editorial de Franjul o el mejor reportaje de Ramón Colombo, con la “conferencia magistral” de una bella joven que explica en un programa el milagro de que Dios le haya otorgado el DBF, o sea, el don de la buena felación, al punto de que el hombre que disfrutase de esos favores que sus labios presagian, ya nunca más la olvidará. (El corte está disponible en las redes).
Es el periodismo atrapado, no en el laberinto de la sociedad de la información como cabria suponerse, sino en los humedales de unos labios jóvenes, curiosos, atrevidos. Entonces, tiene razón mi director: el periodismo está en apuros.