Ideando
Leer es un deleite
Los hombres cultos, los intelectuales más connotados, sostienen que leer es un sano ejercicio de regocijo espiritual que produce felicidad. Dicen que se trata del vicio más nutritivo que tiene el espíritu y de un gozo sublime para el alma; que la lectura es un deleite incomparable.
Recientemente, en un artículo publicado en el periódico digital ACENTO, el escritor dominicano Aquiles Julián, promotor literario, experto en programación neurolingüística y quien preside el Centro PEN RD Internacional, señaló que la lectura es una de las grandes pasiones de los hombres de mayor relevancia de la política, la ciencia, los negocios, la industria, etc. y que esa coincidencia es transversal a su capacidad humana y profesional. Incluso, en dicho artículo, cita los nombres de muchas de esas celebridades cuya pasión es la lectura.
También se refiere a las diversas técnicas que existen para dominar y agilizar la lectura de los libros y así sacarle más provecho al tiempo y a la lectura comprensiva.
Jorge Luis Borges decía que mientras muchas personas se sentían orgullosas por los libros que escribían, él se enorgullecía por los libros que leía.
Es decir, le confería una importancia mayor a la lectura que a la escritura. Claro, Borges se formó rodeado de libros e inducido casi por inercia a la lectura. La suya fue una pasión de nacimiento porque creció en un hogar que abonó esa condición. También sostenía que “de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de su voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: El libro es la extensión de la memoria y de la imaginación”.
Recomendaba Borges que la lectura de un libro no se produjera atendiendo a la reputación del escritor ni su fama, sino al contenido del mismo y el entusiasmo que le produjera su lectura.