Ver para creer hace parte de una fe que todavía no ha llegado a la plenitud de la madurez. Recordemos que la fe, precisamente, es seguridad de lo que no vemos. Vivimos por fe. Por ejemplo, no vimos nuestro propio nacimiento, pero tenemos la certeza de que esa mujer es nuestra madre porque otros nos lo han dicho. De manera similar, confiamos en muchas cosas sin verlas directamente. Por ejemplo, confiamos en la gravedad para mantenernos en el suelo, aunque no la veamos.

A veces, en lugar de “ver para creer”, debemos adoptar la actitud de “creer para ver”. Esto significa confiar en Dios y sus promesas antes de ver los resultados. En este contexto, recordemos las palabras de san Pablo: “El justo vive de la fe”. La fe nos impulsa a creer antes de ver, a confiar en lo invisible pero seguro. Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.

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