Para no reír

Mucho en lo poco

Noches atrás, uno de los personajes de mi sector acompañó a un caballero con quien parecía ser su hijo hasta un puesto de comida ambulante cerca de mi casa.

Lo interesante de todo esto es que pidió algo para ofrecérselo al hambriento señor y al niño. Quizás con esto no les he dicho nada y ciertamente, el personaje en cuestión es uno muy alegre que dedica sus días a trabajar recogiendo la basura por mi casa, ¿Van captando?

Quizás ya entendieron mi punto, tal vez no. Me explico. Al ver la escena me sentí conmovida y muy orgullosa con esa lección que a simple vista entendí como un desprendimiento del lado de nuestro protagonista, alguien que quizás no tiene millones, no espera una quincena para cobrar y por tanto no tiene ninguna seguridad.

Pero esa noche el decidió brindarle esa seguridad de un pan a ese señor y a su niño, que tal vez fue la única de ese día para ellos.

A diario, y me sumo, nos quejamos tanto y de tanto, que es incontable cuantificar todas nuestras preocupaciones y “carencias”. Sin embargo, no pensamos que hay otras personas que de lo poco que nosotros tenemos, harían mucho.

Vivimos en la época de la inconformidad. Postergamos el dar para un futuro lejano de “cuando yo sea rico quiero…”, sin medir la riqueza de tener un pan, un techo y un abrigo pero, sobre todo, poder alimentar, dar un espacio y calor a alguien más en un momento dado.

Bien lo dijo Ricardo Arjona con “Lo poco que tengo es tan poco, que es también pa’ ti”. Pongámoslo en práctica.

Por eso es que mi invitación de hoy es que nos sumemos a nuestro divertido y caritativo personaje, que en lo poco dio mucho, más de lo que se imagina, porque me dio a mí con su gesto y espero a ustedes con la anécdota.

Tags relacionados