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UN MOMENTO

El falso debate sobre la inmigración

El presidente Joe Biden y el aspirante republicano Donald Trump están debatiendo cada vez más acaloradamente sobre la inmigración a medida que nos acercamos a las elecciones de noviembre, pero permítanme sugerir que — como muestra un nuevo estudio — gran parte de esta discusión es estéril.

Primero, a pesar de las constantes afirmaciones de Trump de que hay una “invasión” de inmigrantes indocumentados que supuestamente están “envenenando la sangre” de este país, las cifras de cruces ilegales han disminuido un 40 por ciento durante los primeros cuatro meses de este año, según a las cifras de la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

Es cierto que los cruces de inmigrantes indocumentados alcanzaron un nivel récord en 2023, pero desde entonces han disminuido drásticamente. Y los cruces ilegales pueden disminuir aún más después del anuncio de Biden el 4 de junio de que se limitará severamente la cantidad de personas que pueden solicitar asilo en Estados Unidos cada mes.

Las encuestas muestran que inmigración sigue siendo un tema prioritario de los estadounidenses para las elecciones. Pero si el número de cruces fronterizos sigue disminuyendo, como algunos expertos dicen que sucederá, puede que para noviembre el tema ya no sea tan prioritario.

En segundo lugar, según un nuevo estudio realizado por Dany Bahar, experto en inmigración de la Universidad de Brown, en realidad no importa lo que Biden o Trump hagan para detener a la gente en la frontera, porque los migrantes seguirán llegando mientras haya empleos disponibles en Estados Unidos.

En su estudio para el Centro para el Desarrollo Global, Bahar analizó los cruces fronterizos en los últimos 25 años y descubrió que “la gente viene cada que hay puestos de trabajo vacantes”, independientemente de si están en el poder los republicanos o los demócratas.

Mientras los estadounidenses no quieran trabajar de jardineros o empleadas domésticas, los migrantes seguirán viniendo a ocupar esos puestos, afirmó. “La llamada ‘crisis fronteriza’ se solucionará por sí sola, naturalmente, a medida que los mercados laborales se enfríen”, me dijo Bahar.

Según la Cámara de Comercio de Estados Unidos, hay casi 9 millones de puestos vacantes en el país, y solo 6,4 millones de trabajadores desempleados. Florida, por ejemplo, ahora tiene solo 53 trabajadores disponibles por cada 100 puestos vacantes, según la Cámara de Comercio.

En tercer lugar, la solución a la migración no autorizada tal vez no esté en la frontera de Estados Unidos, sino mucho más al sur, en México o Centroamérica.

En una entrevista la semana pasada, el presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, que asumirá el cargo el 1 de julio, me dijo que le ofrecerá a Biden un plan conjunto para detener a los migrantes en la selva del Darién de su país. Según el plan, Panamá repatriaría a los indocumentados a sus países de origen si Estados Unidos paga por esos vuelos.

Los contribuyentes estadounidenses ya están pagando los vuelos de deportación desde Estados Unidos. Costaría menos enviar estos vuelos desde Panamá que desde Nueva York.

Más de 500.000 migrantes cruzaron la selva del Darién en la frontera de Panamá con Colombia el año pasado en su camino hacia la frontera con Estados Unidos.

Cuarto, Estados Unidos necesitará cada vez más inmigrantes, porque su población está envejeciendo, y cada vez habrá menos trabajadores que paguen impuestos para cubrir la seguridad social de los jubilados.

Todo esto me lleva de regreso a mi punto principal: hay muchas falsedades en torno a la llamada “crisis migratoria”, incluida la falsa afirmación de Trump de que los inmigrantes indocumentados están trayendo el crimen a este país. Varios estudios muestran que los inmigrantes quieren pasar desapercibidos y cometen menos crímenes violentos que los nacidos en Estados Unidos.

Así que no nos dejemos llevar por la demagogia de Trump sobre supuestas hordas de criminales violentos que estarían invadiendo este país. La solución a este problema real es, como siempre lo ha sido, una reforma migratoria bipartidista que ordene el caos de la migración irregular, en combinación con una mayor integración económica con los vecinos del sur de Estados Unidos que ayude a sacar a más gente de la pobreza.