SIN PAÑOS TIBIOS
Atallah no coge corte
Subestimamos el poder de las palabras, pues por algo Génesis 1:1 dice “Y dijo Dios: Sea luz; y fue la luz”, porque en la palabra de Dios existía la vida y porque antes de la vida, Su Palabra ya existía; porque “En el principio era el verbo…” (Juan 1:1). Gandhi decía “Cuida tus palabras porque se convertirán en tus actos”, de ahí que sea tan importante lo que se dice, a cómo se dice, porque las palabras preceden a la realidad, la condicionan y la determinan.
Más allá de los místicos, es importante entender este axioma como principio fundamental de la comunicación, sobre todo política. De ahí que el gobierno, está vez el Ministerio de Salud Pública, se viera de frente con una crisis mediática en potencia –generada por las palabras–, que pudo ser desactivada por la rápida y responsable respuesta del ministro Víctor Atallah, quien supo mirar más allá de la curva y cortar de raíz la razón de ser del conflicto, sin importarle a que como ministro quedaba expuesto en el sentido tradicional de la idea de “control” que se supone que ejerce un ministro sobre todo su personal; pero que, ponderados pros y contras de las opciones, decidió asumir con entereza el mal menor.
El cuento viene porque en una publicación oficial de la cuenta de X del ministerio –el pasado viernes 21– se informaba sobre una charla impartida por el Departamento de Igualdad y Equidad de Género en la escuela Víctor Antonio Liz, y en la imagen de la publicación se observaba una fotografía en la que unos adolescentes atendían una pantalla de proyección donde se leía: “Hombre/mujer no nacen se hacen: construcción social del género y las identidades”.
El ruido desatado en las redes sociales no se hizo esperar, y es que esta vez la arritmia histórica no nos salvará, y las discusiones y fricciones que vienen generándose en muchos países del continente y Europa, tarde o temprano se darán y generarán los mismos niveles de virulencia y fractura social. Frente a quienes hablan de una “Agenda 2030” como sinónimo de toda degradación moral y ética, se oponen otros que entienden que las leyes de la biología no existían antes que el primer homínido caminara erguido hace cinco millones de años.
Para unos, es impensable reflexionar en torno a que el modelo de sociedad de su marco mental no necesariamente responde a la realidad social de la familia dominicana de 2024, erosionada y devaluada; para otros, la política pública de un país se debe formular en función de excepciones, arbitrariedades acientíficas y planteamientos que rayan la insanidad mental.
El ministro Atallah cortó por lo sano y, al ordenar la suspensión y revisión del programa impartido, asumió una posición responsable, rigurosa y científica, pues la ciencia no huye a las discusiones, pero tampoco debe atropellar ni imponerse… no sin base científica.