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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Jesús tentado

“Y luego el Espíritu le impulsó (a Jesús) al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían” (Marcos 1: 12-13).

Este primer encuentro entre Jesús y Satanás, en la esfera espiritual de la luz y las tinieblas, del salvador del mundo y el tentador, refleja el antagonismo y el contraste que existe entre los dos. El vencedor de este enfrentamiento -según narran Mateo y Lucas- fue Jesús, no en función de su naturaleza divina como Hijo de Dios, sino a partir de su condición humana como Hijo del Hombre. La tentación, como el acto de someter a prueba a alguien, no puede aplicarse al Señor, porque Dios no puede ser tentado por el mal, pero los seres humanos sí.

Por eso Jesús-hombre fue tentado. Precisamente el Espíritu Santo lo llevó al desierto con ese propósito. Dios quería demostrar que Jesús tenía la calidad humana para llevar a cabo su misión. Por otro lado, Satanás, el tentador por excelencia, se proponía seducir a Jesús para llevarlo al pecado y destruir la obra de Dios.

Pero esta pretensión del diablo fracasó de manera estrepitosa. La tentación del Adversario solo había triunfado con el primer Adán, pero no con el segundo: Jesús. En otras palabras, la serpiente tentó al primer Adán en el Edén; al segundo, en el desierto; mas, los resultados fueron distintos. Así se inició la victoria de Dios en Cristo y la derrota de Satanás. En la resistencia de Jesús ante la tentación se abrió una puerta de esperanza para el género humano.

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