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PANORAMA POLÍTICO

Abinader tiene el reto de armar nuevo equipo de gobierno

En la última Semanal con la prensa, el presidente Abinader confirmó la creencia de que habrá cambios en el gabinete y directores generales de la administración pública a partir del próximo 16 de agosto, pero no complació lo que esperaban los periodistas: que mencionara nombres y puestos.

Si al gobernante le fue relativamente fácil ganar las elecciones presidenciales pasadas, la mayor tarea que tiene ahora es armar un equipo de gobierno que sea mucho mejor que el actual y ponerle sus sombreros a las muchas cabezas que esperan, aunque contribuyeran mínimamente a la reelección.

Aunque un país pobre en el cual los ministros y directores tienen salarios modestos, que muchos completan para llevar su vida con los viáticos de viajes dentro del país y el exterior, podría ser inexplicable el encanto que tienen los puestos públicos y por qué tantos anhelan sus decretos.

Una yipeta con gasolina, media docena de guardias como seguridad, una tarjeta de crédito ilimitada y el postín que dimana del poder son cosas tan intrascendentes que solo hay que preguntarle a los antiguos funcionarios públicos que están presos o sometidos a la justicia en espera de juicio, que se siente.

En sus largos años de gobierno, el doctor Balaguer solía burlarse de los funcionarios que se le acercaban a pedir empleos. En la época en que estaba vigente la Corporación de Empresas Estatales, CORDE, los partidarios del Partido Reformista pedían los puestos más rentables.

Balaguer los complacía con frecuencia, aunque a poco de nombrarlos sabía que habían “metido la mano” y decía a sus íntimos: “ese es un gato”. A uno lo nombró en dos puestos tan importantes de CORDE que los periodistas decían al referirse al personaje: “De la papa al puré”.

Por qué un abogado prominente que puede hacer grandes fortunas defendiendo causas difíciles del narcotráfico, lavado de activos, litigios de terrenos o corrupción administrativa, podría aceptar un cargo de ministro o director, cuando llegan al poder sin automóvil, pasaporte o visa americana.

Abinader quizás tendría el ojo avizor sobre los que sí confiesan su aspiración para los comicios del 2028.

Abinader quizás tendría el ojo avizor sobre los que sí confiesan su aspiración para los comicios del 2028.ARCHIVO/LD

A un ministro del régimen anterior se le veía en el supermercado con dos carritos llenos de productos y su cara altiva sin saludar a nadie. Después de ser relevado del puesto cuando concluyó el cuatrienio, jamás los parroquianos del súper lo volvieron a ver. Sin los ingresos no podría pagar la compra.

Con la vergüenza totalmente perdida, los aspirantes a puestos públicos saben bien que los vecinos y quienes los frecuentan en los ajetreos políticos están al corriente de sus precariedades, pero no importa nada, la creencia extendida es que, salvo excepciones, los funcionarios van a robar.

Un dolor de cabeza

Para Abinader debe ser un dolor de cabeza tener que nombrar a partidarios que, de inicio, alegan la “gran contribución” que hicieron para que el gobernante llegara al poder. Si los presidentes dan a escoger a los aspirantes a puestos, señalarían los más rentados, aunque no tengan la condición.

Cada partidario que espera un alto cargo en el gobierno tiene tras de sí sus “compromisos políticos”, por lo que, sin el amparo de la carrera administrativa en muchas dependencias, se produce una barrida de empleados que no toma mucho en cuenta la capacidad y la competencia.

Cuando salió al público la primera lista de un supuesto gabinete y de nuevos directores, el presidente se encontraba en Portugal. Una fuente cercana al gobernante a quien se le preguntó se limitó a decir: “Total especulación”. El Gabinete que entraría en agosto posiblemente sea mejor.

La razón tendría que ver con que el presidente Abinader conoce mejor a los que están; a los que han sido haraganes, a los que han provocado ruidos y le han faltado el respeto a los mayores como hizo recientemente el director de Migración al acusar a la Procuradora Germán de no darle apoyo en los casos de detención de ilegales.

“Esa afirmación del director de Migración está totalmente divorciada de la verdad, porque para las requisas siempre se les ha proporcionado el debido acompañamiento de un miembro del Ministerio Público, como establece la ley cuando se va a penetrar a un domicilio”, dijo la magistrada.

Contrario al dolor de cabeza que pudiera significar para Abinader el tener que lidiar con tantos aspirantes a puestos que tienen las uñas afiladas, para la magistrada Germán será un alivio dejar el puesto el 16 de agosto, como lo ha prometido, para retornar a su hogar que es el lugar más seguro.

La magistrada Germán se irá con la frente en alto sin haber causado conflictos al gobierno que impulsó su espíritu de que la Magistratura fuera independiente, algo tan difícil de conseguir que la situación del ex procurador general Domínguez Brito la ilustra muy bien.

Migración, lo he dicho en anteriores análisis, ha sido una oficina inoperante durante mucho tiempo. Esa oficina ha sido convertida en un agente recaudador, como fue en su momento Interior y Policía durante el gobierno del PRD, que facilitó la legalización de armas a los migrantes en Nueva York.

En lugar de repatriar a todos los extranjeros que circulan libremente y hasta residen como tal en el país, Migración focaliza su actividad en los haitianos, dejando en el descuido a millares de migrantes blancos que están ilegalmente. Eso atiza a los acusadores de que RD es xenófoba.

Ojo a los aspirantes

Tras decir que no se presentará nuevamente a la candidatura presidencial, Abinader quizás tendría el ojo avizor sobre los que sí confiesan su aspiración para los comicios del 2028 y que desde ya están formando equipos para sondear sus posibilidades, como hicieron algunos en tiempos pasados.

En determinados ministerios, como el de Educación, aspirantes a la Presidencia utilizaron los fondos de esa institución para promover sus aspiraciones y las de familiares, motivando escándalos que para suerte de ellos nunca fueron a parar a los tribunales como en la actualidad hay varios del pasado.

La mala costumbre de distraer los fondos de los contribuyentes para sostener aspiraciones políticas no es algo que se pudiera erradicar fácilmente, sobre todo si los funcionarios no tienen buena fama, ni son objeto de la vigilancia escrupulosa que detecte a tiempo sus manejos.

Si el presidente Abinader no se repostulara en las elecciones del 2028, su empeño de salir del Palacio con su reputación en alto pudiera ser más importante en el futuro que cuando inauguró el presente cuatrienio en agosto del 2020. Él, un sabio de la política, lo podría comprender mejor.

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