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TESTIGO DEL TIEMPO

Dos reformas urgentes, impostergables

El financiamiento de los partidos políticos y el sistema de conteo electoral, el método d’Hondt, deben ser revisados. Costaron varios años de marchas y protestas y reclamos para que decidieran invertir el 4% del Producto Interno Bruto (PBI) en educación.

Los partidos políticos, sin embargo, se chupan el 5% del PIB, no debemos invertir más dinero en políticos que en la educación de nuestros hijos, creo yo.

Los partidos políticos no deben recibir dinero público ni gastarlo sin fiscalización, la Cámara de Cuentas debe auditarlos, como audita las instituciones que reciben dinero del contribuyente.

Tendría sentido un programa donde se les entregaría dinero directamente a los candidatos, pero que ellos deban agenciarse una parte, y el contribuyente aportaría la otra.

En los Estados Unidos hay un sistema en el que el candidato recauda dinero y el sector público le multiplica varias veces lo que recaudó, dependiendo del tipo de las posiciones.

Problemas como el existente entre Ramfis Domínguez Trujillo y Roque Espaillat (el cobrador) no hubiesen surgido. Ramfis, como jefe partidario, no le pondría la mano al dinero de la campaña, esa plata la administraría un comité de finanzas de la campana.

El método de conteo electoral d’Hondt, fue creado por Víctor d’Hondt en el 1878, tiene 146 años. Ese método impide que los electores escojan directamente a sus representantes políticos. Es contrario al espíritu de la democracia.

Ese método se presta demasiado para que los administradores electorales y jefes partidarios tomen decisiones que deben ser del pueblo, en caso de que estemos en democracia.

Y es tan abusivo, que en ocasiones alguien que saque digamos 7 mil votos se queda fuera y entra alguien que solo sacó 3 mil.

El Distrito Nacional tiene 18 diputados, pero los electores solo pueden seleccionar uno, los restantes 17 lo escogen los jefes partidarios y electorales gracias al método d’Hondt.

No debemos gastar más dinero en partidos que en escuelas, financiemos candidaturas, no jefes partidarios, y los electores deben escoger directamente sus representantes, así modernizaremos nuestra democracia.