Tribuna del Atlántico

Reforma fiscal y barbas en remojo

La discusión y análisis sobre la inminente reforma fiscal, va generando reacciones aquí y allá, sobre todo de los sectores que temen ser perjudicados con la misma.

Una reforma prevista en la ley 1-12, de Estrategia Nacional de Desarrollo, como una manera de fortalecer la capacidad de Estado Dominicano de satisfacer las necesidades de la población, ante el bajo nivel de presión fiscal que tenemos y la necesidad de incrementar los recursos que recibe la administración pública.

Quienes tienen “las lágrimas hondas, han comenzado a llorar temprano”, o recurren a la expresión popular de que, “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, o arder como se dice aquí..

La industria de bebidas han sido los primeros, los productores de ron y luego, el sector cervecero, han puesto en perspectiva sus aportes a la economía nacional y el impacto de la carga impositiva con la que hoy operan, la verdad es que cada vez que se ha requerido incrementar recursos, se mira para ese lado, por aquello de encarecer el vicio, “y cosas así”.

El sector turístico, ha defendiendo los incentivos fiscales que recibe, sobre todo a raíz de la rotunda propuesta del ex ministro de Economía Planificación y Desarrollo, el economista, Isidoro Santana, de eliminar de cuajo, todas las exenciones fiscales, incluyendo las del sector turístico.

En ese aspecto, si bien creo que los beneficios de la ley de Confotur no deben ser eternos, basta recordar el impacto que tuvo para Puerto Plata, el quedarse fuera de ese beneficio en 2001, lo que paralizó casi por completo la realización de nuevas inversiones en la zona y aunque no es la única causa, fue uno de los factores que contribuyeron al declive del destino, que pasó de recibir 741 mil turistas en 2000, a 351 mil, en 2012.

Esta claro que la exenciones fiscales deben ser revisadas, pero con cautela, la propuesta de Santana, por ejemplo, incluye considerar los servicios de salud dentro de los que deben ser gravados con el ITBIS, bajo el argumento de que los pobres van a los hospitales, imagínese el impacto, que una medida así, tendría en la clase media que, gracias a un seguro, acude a centros privados.

Uno de los elementos en que coinciden muchos economistas, como ha quedado evidenciado en el Panel de Expertos del Listín Diario, es la necesidad de establecer controles y eficientizar el gasto del Gobierno, una planteamiento más que razonable.

No faltan economistas, en otros escenarios, que hacen propuestas que serían del terreno de una eventual reforma constitucional, como, eliminar ministerios o reducir el número de diputados. La discusión sobre la reforma fiscal, debería mantenerse en el marco de las leyes que norman el sector, los temas de índole constitucional deben quedar para esa discusión, aunque tengan un impacto fiscal.

Las barbas que más en remojo deberían estar, son las de la clase media, esa que no recibe compensaciones de tarjetas Supérate, destinadas a los más pobres y que casi siempre, termina cargando, con el gran peso de los ajustes.

Los objetivos de la reforma deben ser esencialmente, reducir la evasión, eliminar los subsidios y exenciones que no sean estrictamente necesarios, poner un poco más de carga a las grandes fortunas y no al pueblo llano, que a estas alturas casi no tiene barbas que remojar.